MÉRIDA, Yucatán, viernes 25/04/25.- (Jhony Alamilla Castro) La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, está empujando un plan que nos pega donde más duele: en nuestra libertad de decir lo que pensamos. Hace años, en 2014, cuando Andrés Manuel López Obrador, el líder de la 4T, andaba en campaña, gritaba a todo pulmón “Benditas redes sociales”.

Decía que eran una maravilla porque la gente común, como tú y como yo, podía hablar sin que los poderosos nos taparan la boca.

Eran tiempos en los que él y su movimiento juraban que nos iban a devolver el poder al pueblo, que nos iban a dejar expresarnos sin miedo. Pero ahora que están arriba, todo cambió.

Hoy, desde el gobierno, la 4T está impulsando una ley que llaman #LeyCensurA, y no es más que un intento descarado de ponernos un bozal a todos: a los que escribimos en Twitter o Facebook, a los medios que cuentan lo que pasa, y a cualquiera que se atreva a abrir la boca para criticar.

Esto es como un balde de agua fría. Imagínate: el mismo López Obrador que antes aplaudía las redes sociales y decía en sus mañaneras “#ProhibidoProhibirles” —o sea, que nadie debía callarnos— ahora ve cómo su propia gente hace exactamente lo opuesto.

Claudia Sheinbaum, que llegó a la presidencia prometiendo seguir con las ideas de AMLO, está dando un volantazo que nos lleva de regreso a los peores tiempos, cuando los gobiernos controlaban todo y la gente tenía que quedarse callada, aunque viera injusticias.

Esta ley no es un ajuste chiquito ni algo que debamos tomarnos a la ligera. Es un golpe directo para que no podamos hablar libremente, para que las redes sociales —donde hoy desahogamos lo que sentimos— tengan reglas tan duras que nos dé miedo escribir, y para que los periódicos, la tele o la radio no puedan contar las cosas como son sin que el gobierno les meta la mano.

Pongámoslo más claro todavía. Hace 10 años, López Obrador decía que las redes eran una bendición porque ahí la gente podía quejarse del gobierno, destapar corruptos o simplemente decir lo que le viniera en gana.

Era como un altavoz para los que no tienen voz. Pero ahora que él y Sheinbaum están en el poder, parece que esas voces les estorban. La #LeyCensura quiere ponerle candados a todo eso: que si subes un comentario en redes te puedan castigar, que si un periodista escribe algo que no le guste al gobierno lo puedan silenciar, que si te quejas de lo que ves en la calle te digan “cállate o te va mal”. Es como si nos dijeran: “Ya no queremos escucharlos, ahora nosotros mandamos y ustedes obedecen”.

Muchas veces hemos visto cómo los que llegan al poder prometiendo libertad terminan siendo los primeros en quitárnosla cuando las cosas se les complican.

Sheinbaum y la 4T parecían diferentes, pero están cayendo en lo mismo de siempre. Antes nos decían “hablen, que nadie los va a parar”, y ahora nos quieren poner una mordaza bien puesta.

Y no solo es contra los que escriben en internet o los reporteros; es contra ti, contra mí, contra el vecino que sube un video diciendo lo que no le parece. Nos están quitando el derecho de hablar sin temblar, de contar lo que vemos, de gritar cuando algo nos duele.

La cosa está sencilla: si esta ley pasa, nos van a querer tener con la boca cerrada mientras ellos hacen lo que quieren desde arriba. Pero la libertad de expresión no es algo que se regala o se pide prestado; es nuestra, y no podemos dejar que nos la arrebaten.

Lo que antes era “benditas redes” hoy lo quieren convertir en “malditas cadenas”, y lo que decían que estaba “prohibido prohibir” ahora lo están prohibiendo ellos mismos. No nos engañemos: esto es un ataque a todos los mexicanos que no nos quedamos callados, y si no lo paramos, nos van a callar a la fuerza.