MÉRIDA, Yucatán, jueves 09/01/25.- (JAC) Raúl Osorio, mejor conocido como “El Rulo”, cumple 100 días como responsable del patrimonio de la Beneficencia Pública del Estado de Yucatán, pero hasta el momento, su gestión se caracteriza más por su enfoque en crear contenido para redes sociales que por resultados tangibles para la ciudadanía.

En lugar de ver avances en su labor como funcionario público, lo que salta a la vista es su esfuerzo por viralizar videos y monetizar en plataformas digitales, algo que parece complementar perfectamente su cargo, pero solo en términos económicos.

LE VALE SU PUESTO: En un video reciente, Osorio aparece vistiendo una camiseta oficial del Gobierno del Estado y shorts, justificando su apariencia con la excusa de que se le rompió el pantalón.

Este contenido, aparentemente trivial, no solo muestra su despreocupación por el protocolo que exige su puesto, sino que también pone en evidencia una falta de compromiso con sus responsabilidades. Mientras tanto, su sueldo como funcionario sigue corriendo, alimentado por los impuestos de los ciudadanos.

BISNEA EN TIZIMÍN, CON SU PRIMO: A esto se suma su reciente presencia en los eventos de la feria de Tizimín, donde asegura haber sido invitado por Adrián Quiroz Zapote, su primo hermano.

Este tipo de apariciones, más cercanas al tráfico de influencias que al cumplimiento de sus funciones, crean dudas sobre la transparencia en sus actividades y los posibles beneficios económicos que obtiene a través de estas conexiones familiares.

HUACHO PREFIERE BAILAR A PEDIR RESULTADOS: El caso de Raúl Osorio pone en evidencia una realidad aún más preocupante: la falta de exigencia de resultados de parte del gobernador Joaquín Díaz Mena, conocido como “Huacho” Díaz.

Hasta ahora, no se le ha pedido cuentas claras a Osorio sobre su desempeño y parece que lo único que importa es mantener una imagen popular y atractiva en redes sociales. Esta estrategia mediática refleja más un interés en la fama y los seguidores que en cumplir con las necesidades de la población yucateca.

El pueblo de Yucatán merece servidores públicos comprometidos con el bienestar común, no figuras que usan sus cargos como plataformas para proyectos personales.

Es imperativo que las autoridades pongan un alto a estas prácticas y prioricen la transparencia, el compromiso y los resultados.