MÉRIDA, Yucatán, jueves 09/01/25.- (JAC) Donald Trump, siempre fiel a su estilo de extravagancias políticas, ha regresado al escenario con una idea que solo podría surgir de su inagotable ego: Rebautizar el Golfo de México como “Golfo de América”.

Porque, claro, ¿Qué mejor manera de exhibir patriotismo que borrar la identidad histórica de una masa de agua?

Para el exmandatario, pronto nuevamente presidente (según sus propias profecías), la geografía es tan maleable como su moral. Esta ocurrencia no es un simple desliz verbal; es el más reciente episodio de una saga donde el poder y la riqueza, combinados, crean ideas que oscilan entre lo absurdo y lo ofensivo.

CUANDO LA GEOGRAFÍA PIERDE LA BATALLA ANTE EL EGO: Trump parece olvidar que más de la mitad de lo que hoy es “su América” alguna vez fue territorio mexicano. Si seguimos su lógica, quizá sea hora de rebautizar el país como “América de los Estados Unidos Mexicanos”.

Su propuesta no solo insulta a México, sino que demuestra un desconocimiento flagrante de la historia. Tal vez debería tomar un par de lecciones sobre el Tratado de Guadalupe Hidalgo antes de renombrar un pedazo de agua que ni siquiera le pertenece.

Pero el “Golfo de América” es apenas la punta del iceberg, pues Trump ha prometido una serie de planes tan descabellados como la idea de fusionar Canadá y Groenlandia con Estados Unidos, en lo que parece un intento de recrear su propio Monopoly mundial.

UN DÍA SIN INMIGRANTES: EL REALITY SHOW QUE NUNCA VERÁ: Por supuesto, no sería una verdadera “política Trump” sin atacar a los inmigrantes. Entre sus proyectos estrella figura la deportación masiva, olvidando que Estados Unidos se sostiene gracias a la fuerza laboral inmigrante.

¿Qué pasaría si por un día, todos los inmigrantes decidieran no trabajar? Los campos quedarían vacíos, los restaurantes cerrarían, y las empresas tecnológicas se paralizarían. Pero en el mundo de Trump, los hechos son solo obstáculos para su retórica populista.

CUANDO EL PAYASO IGNORA SU PROPIO CIRCO: Lo irónico de todo esto es que Trump mismo podría considerarse un “inmigrante” gobernando tierras que alguna vez fueron mexicanas.

Sin embargo, la autocrítica no es su fuerte, ya que su legado está cimentado en el espectáculo, no en la sustancia. La propuesta de renombrar el Golfo de México no es más que otro intento de alimentar su narcisismo mientras desvía la atención de problemas reales.

La historia no se reescribe (ni se renombra): El Golfo de México, al igual que las tierras arrebatadas en el siglo XIX, lleva consigo el legado de un país que ha luchado por mantener su identidad frente a las adversidades.

Que no se le olvide a Trump: la historia no se borra con etiquetas nuevas, y mucho menos con propuestas que solo sirven para inflar su propio ego.

En el fondo, quizás el “Golfo de América” no sea más que el reflejo del golfo –ese vacío insondable– que existe entre las ideas de Trump y la realidad.

Viva México Cabrones!!