Ciudad del Vaticano /VIS.-El Papa Francisco dedicó la catequesis de la audiencia general de los miércoles al sseufndo capítulo del Génesis, donde leemos que Dios creó al hombre como culmen de toda la creación y lo pone en un hermoso jardín para que lo cultive. ”El Espíritu Santo, que inspira toda la Biblia -dijo el Pontífice- presenta por un momento la imagen del hombre solo, sin la mujer. Y el pensamiento de Dios, casi el sentimiento de Dios, que lo mira, que observa a Adán solo en el jardín: Es libre, es señor, pero … está solo. Y Dios ve que esto “no es bueno”, es como una falta de comunión, una falta de plenitud. “No es bueno” – dice Dios – y agrega: “Voy a hacerle una ayuda idónea para él”.
Y cuando Dios finalmente, entre todas las criaturas, le presenta a la mujer, ”el hombre la reconoce inmediatamente: sólo ella es parte de él, “hueso de mis huesos y carne de mi carne”. Por fin hay una reciprocidad -explicó Francisco- La mujer no es una “copia” del hombre; viene directamente del acto creador de Dios. La imagen de la “costilla” no expresa inferioridad o subordinación, sino, por el contrario, que el hombre y la mujer tienen la misma sustancia y son complementarios. Y el hecho de que – una vez más, en la parábola – Dios plasme a la mujer mientras el hombre duerme, evidencia que ella no es de ninguna manera una criatura del hombre, sino de Dios”.
La confianza de Dios en el hombre y la mujer, a los que encomienda a la tierra, es generosa, directa, plena. ”Se fía de ellos. Pero, hete aquí, que el maligno pone en sus mentes la sospecha, la incredulidad, la desconfianza. Y,en fin, desobedecen al mandamiento que los protegía. Sucumben al delirio de omnipotencia que contamina todo y destruye la armonía”.
”El pecado -observó Francisco- genera desconfianza y división entre el hombre y la mujer. Su relación será socavada por mil formas de abuso y sometimiento, de seducción engañosa y arrogancia humillante, hasta las más dramáticas y violentas. La historia conserva las huellas. Consideremos, por ejemplo, en los excesos negativos de las culturas patriarcales. Pensemos en las muchas formas de machismo, donde la mujer es considerada de segunda clase. Pensemos en la explotación y mercantilización del cuerpo femenino en la cultura mediática actual. Pero pensemos también en la reciente epidemia de desconfianza, de escepticismo e incluso de hostilidad que se propaga en nuestra cultura – en particular a partir de una comprensible desconfianza por parte de las mujeres – respecto a una alianza entre el hombre y la mujer que sea capaz, al mismo tiempo, de afianzar la intimidad de la comunión y proteger la dignidad de la diferencia”.
”Si no conseguimos una oleada de simpatía por esta alianza, capaz de proteger a las nuevas generaciones de la desconfianza y la indiferencia -advirtió el Obispo de Roma- los niños vendrán al mundo cada vez más separados de ella . La devaluación social de la alianza estable y generativa del hombre y la mujer es sin duda una pérdida para todos. Debemos revalorizar el matrimonio y la familia”.
”La custodia de esta alianza de los hombres y las mujeres, a pesar de ser pecadores y estar heridos, humillados y confundidos, desanimados e inciertos, es para nosotros, los creyentes, en el estado actual, una vocación difícil y apasionante. El relato de la creación y el pecado, nos muestra al final una imagen bellísima: “El Señor Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles y los vistió” . Es una imagen de ternura hacia ese pareja pecadora que nos deja sin palabras. …Es una imagen de custodia paterma de la pareja humana. Dios mismo cuida y protege su obra maestra”, concluyó el Papa.