AFP / WASHINGTON.- La crisis griega centró ayer la cuarta jornada de la reunión de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI). El ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, se reunió durante una hora con el presidente del Banco Central Europeo (BCE), en un nuevo y desesperado intento de evitar una suspensión de pagos soberana del Gobierno de Atenas. Draghi insistió, según fuentes del BCE, en su compromiso personal para que Grecia pueda seguir cumpliendo sus compromisos financieros. Pero, al margen de eso, hubo pocos avances.
Varufakis ya se había reunido el jueves con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, con quien mantuvo una breve conversación de unos minutos. Aunque las primeras informaciones insistían en que Obama había apoyado al ministro de Finanzas griego en su enfrentamiento con el núcleo duro de la Unión Europea, encabezado por Alemania, ayer el jefe del Estado y del Gobierno de EEUU una versión diferente.
«Grecia necesita iniciar reformas. Tienen que recaudar impuestos. Tienen que reducir la burocracia. Tienen que tener prácticas laborales más flexibles», dijo Obama, en una rueda de prensa tras reunirse con el primer ministro de Italia, Matteo Renzi.
El presidente estadounidense fue taxativo: «Apoyaremos cierta flexibilidad [en las condiciones del pago de la deuda griega], pero ustedes tienen que demostrar a aquellos que les están extendiendo crédito, aquellos que están apoyando su sistema financiero, que ustedes están haciendo su trabajo». Obama, específicamente, citó a Renzi como el ejemplo de lo que el Gobierno de Alexis Tsipras debe realizar en Grecia.
Lo cierto es que, si el Gobierno de Atenas esperaba encontrarse una oleada de simpatía en Washington, ha debido de llevarse una cierta decepción. Aunque toda la clase política estadounidense -demócratas y republicanos- rechaza la austeridad extrema exigida por Alemania, y a pesar de que el FMI también está convencido de que las políticas en Europa deben dejar más margen para el crecimiento y menos para el ajuste, la actitud de Tsipras y Varufakis les ha granjeado poco o ningún respaldo.
La directora gerente del Fondo Monetario, Christine Lagarde, ya dejó claro el jueves que la institución no está valorando bajo ningún punto de vista un aplazamiento del pago de la deuda griega. Lagarde se remitió a casos históricos en los que el fondo ha actuado con flexibilidad y los resultados no fueron satisfactorios. Además, en esas ocasiones, los beneficiarios eran países en vías de desarrollo, una categoría dentro de la cual Grecia no se encuentra.
El G-20 también expresó ayer su preocupación por la situación de la duda griega. Todo ello conforma una situación en la que, a falta de pocos días para que se produzcan los vencimientos, la crisis no parece tener vías de solución.