CIUDAD DEL VATICANO (VIS).- La solicitud del Papa es constante por la situación de las familias cristianas y de otros grupos que son víctimas de la expulsión de sus hogares y de sus pueblos, en particular en la ciudad de Mosul y en la llanura de Nínive, muchas de las cuales se han refugiado en la región autónoma del Kurdistán iraquí.
El Santo Padre reza por ellas y espera que regresen y reanuden su vida en las tierras que son suyas y en los lugares donde, durante siglos, han vivido y establecido relaciones de buena convivencia con todos.
En Semana Santa, que ya está muy cerca, estas familias comparten con Cristo la injusta violencia de la que son víctimas y participan en el dolor de Jesús. Para estar a su lado, el cardenal Fernando Filoni regresa a Iraq en señal de cercanía, de afecto y de unión en la oración con ellas.
Las familias de la diócesis de Roma, unidas a su obispo en los sentimientos de cercanía y solidaridad con las de Iraq, a través de una colecta especial en las parroquias, les mandan un dulce pascual (colomba, ”paloma”) para compartir la alegría de la Pascua y como deseo de bien basado en la fe en la resurrección de Cristo.
El Santo Padre, además, se hace presente de forma concreta con un signo de solidaridad tangible. Y, no olvidándose de los sufrimientos de las familias en el norte de Nigeria, les envía también, a través de la Conferencia Episcopal local un igual signo de solidaridad.