MECKENHEIM, Alemania (AP), lunes 22/08/22.- Martin Kopf necesita gas natural para hacer funcionar la empresa de su familia, Zinkpower GmbH, que fabrica componentes de acero inoxidable en el oeste de Alemania.
Las instalaciones de Zinkpower en las afueras de Bonn utilizan gas para mantener 600 toneladas de zinc valuadas en 2.5 millones de dólares en estado fundido todos los días. De lo contrario, el metal se endurecerá y destrozará el tanque donde se sumergen las piezas de acero antes de que terminen en suspensiones de automóviles, edificios, paneles solares y turbinas eólicas.
Seis meses después de que Rusia invadiera Ucrania, las consecuencias plantean una amenaza devastadora para la economía mundial, incluidas empresas como Zinkpower, que emplea a 2,800 personas. El gas no solo es mucho más costoso, sino que podría no estar disponible si Rusia corta por completo el suministro a Europa para vengar las sanciones occidentales, o si las empresas de servicios públicos no pueden almacenar lo suficiente para el invierno.
Es posible que Alemania tenga que imponer un racionamiento de gas que podría paralizar las industrias, desde la fabricación de acero hasta los productos farmacéuticos y las lavanderías comerciales. Si cortan el gas, “todo mi equipo será destruido”, dijo Kopf, quien también preside la asociación de empresas de galvanizado de zinc de Alemania.
Los gobiernos, las empresas y las familias en todo el mundo están sintiendo los efectos económicos de la guerra apenas dos años después de que la pandemia del coronavirus devastara el comercio mundial. La inflación y los costos de la energía se han disparado, lo que ha aumentado la posibilidad de un invierno frío y oscuro. Europa se encuentra al borde de la recesión.
Los altos precios de los alimentos y la escasez, agravados por el corte de los envíos de fertilizantes y granos desde Ucrania y Rusia que se reanudan lentamente, podrían producir hambre y malestar generalizados en el mundo en desarrollo.
En las afueras de la capital de Uganda, Kampala, Rachel Gamisha dijo que la guerra en Ucrania ha afectado su negocio de comestibles. Lo ha sentido en el aumento de los precios de artículos básicos como la gasolina, que se vende a 6,90 dólares el galón. Algo que cuesta 2.000 chelines (unos 16.70 dólares) esta semana puede costar 3.000 chelines (25 dólares) la próxima semana.
Gamisha también ha notado algo más, un fenómeno llamado “reduflación”: es posible que un precio no cambie, pero una dona que solía pesar 45 gramos ahora pesa 35. El pan que pesaba 1 kilo ahora pesa 850 gramos.
La guerra de Rusia llevó al Fondo Monetario Internacional a rebajar el mes pasado su perspectiva para la economía mundial por cuarta vez en menos de un año. El organismo crediticio espera un crecimiento de 3,2% este año, por debajo del 4,9% que pronosticó en julio de 2021 y muy por debajo del vigoroso 6,1% del año pasado.
“El mundo pronto podría estar al borde de una recesión global, solo dos años después de la última”, dijo Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del FMI.