lainformacion.com, 19 de marzo de 2015.- Hace tres años el pequeño reino asiático de Bután impulsó en la Asamblea General de Naciones Unidas que se decretara el 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad. No en vano Bután reconoce la supremacía de la felicidad nacional por encima de los ingresos nacionales desde principios de los 70, cuando adoptó el concepto de un Índice de Felicidad Nacional Bruta para sustituir al tradicional Producto Interior Bruto (PIB).
Así, el 20 de marzo de 2012 la ONU aprobó la resolución 66/281 para decretar el Día Internacional de la Felicidad para reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno. Tan es así que este jueves su secretario general Ban Ki-moon ha pedido como “meta fundamental” que se reconozca “la paridad de los tres pilares” del desarrollo sostenible –el social, el económico y el medioambiental–, factores que en su opinión definen “la felicidad global”
Precisamente, con motivo de este día, Ban Ki-moon se ha unido a la campaña #happysoundslike en un vídeo en el que dice en varios idiomas, entre ellos en español, “Sé feliz”.
“¡Deseo a todos los habitantes del mundo un muy feliz Día Internacional de la Felicidad! La búsqueda de la felicidad es una cuestión seria. Uno de los principales fines de las Naciones Unidas es que toda la familia humana sea feliz”, saluda Ban Ki-moon a todos los visitantes de la página web de Naciones Unidas. Y en esta sentencia pudiera resultar en parte equivocada en tanto que la felicidad no se busca, sino que es un estado emocional.
Así lo afirma Irene López Assor, psicóloga y autora del libro ‘Grafología para la felicidad’. “La felicidad no puede ser una meta ni un logro”, asegura. “La felicidad no se puede racionalizar, lo que debemos hacer es conectar con la emoción, sentirnos plenos, estar bien con uno mismo”, resume. En definitiva, la felicidad es personal e intransferible, y, como el amor, no se busca, se encuentra. “Si nos empeñamos en buscar la felicidad, acabaremos siendo unos infelices”, concluye.
La felicidad 2.0
No parece casual que el Día Internacional de la Felicidad celebre este 20 de marzo su tercer aniversario, en plena era digital, en el centro del apogeo de Internet y el furor por las redes sociales. De un tiempo a esta parte, parece -solo parece- que tenemos que mostrarnos más felices en Facebook que en la vida real. Éste bien pudiera resultar el argumento del cortometraje What’s on your mind? (el famoso “¿qué estás pensando?” que te pregunta Facebook). Dirigido por Shaun Higton, se presentó en el Festival de Cannes de 2013.
Todos tenemos a algún amigo que vive una extraordinaria historia de amor con su pareja entre nubes de colores, corazoncitos y nafatalina. “Pepito te quiero”, “Fulanita eres lo mejor de mi vida”, “Paco feeling blessed with Elena”… declaraciones de amor eternas sazonadas de felicidad, inerminables galerías de imágenes de viajes al último rincón del planeta que no sólo pudieran ser constitutivas de un delito de apología de la felicidad sino un atentado contra las libertades ajenas.
Somos más felices en las redes sociales. Irene López Assor no tiene dudas al respecto. “Allí podemos mentir, crearnos un personaje, imaginarnos un novio maravilloso y una vida extraordinaria. “Está muy bien soñar pero conviene tener los pies en la tierra”, asegura. “Lo peor -asegura López Assor- no es lo que la gente publica en las redes sociales, sino que los demás nos lo creemos”.
En este sentido, la psicóloga cree que son aquellas personas con una vida más vacía quienes tienden a sobre exponer su otra vida postiza en el otro lado, el virtual. Sobre las parejas empalagosas 2.0. “En mi consulta he recibido a pacientes indignados porque nadie les ha comentado ni les ha puesto likes a su maravilloso viaje a Londres, lo que en el fondo se reduce a una necesidad de competir, de llamar la atención de querer demostrar que yo soy más feliz que tú”, relata López Assor. “Al final Freud tenía razón, todo se reduce a reclamos infantiles del subconsciente”, puntualiza.
López Assor cita a un estudio estadounidense que certifica que aquellas parejas con más posts sobre su vida de ensueño en Facebook, son aquellas con más probabilidades de romperse. “Hay mucho postureo en las redes sociales”, dice no sin cierta sorna la autora de ‘Grafología para la felicidad.
Incluso Jon Kleinberg, un científico de computación de la Universidad de Cornell y Lars Backstrom, un ingeniero senior de Facebook han publicado un ensayo en el explican el desarrollo de un algoritmo que puede identificar con gran precisión la pareja o la persona con la que alguien está saliendo, o en el caso de las relaciones ya establecidas, predecir cuándo van a romper.
Desde el desayuno hasta la cena … en Facebook
Del mismo modo todos conocemos a algun friend de la red de redes sociales que publica su desayuno (“un café humeante #smokingcoffe) hasta su cena (“perrito caliente” #hotdoga) ya en casa con sus pantuflas. Antes le hemos visto en la parada del autobús o apilando papeles en la oficina.
“Su vida es tan aburrida que necesita retransmitirla en directo, para poder sentirse protagonista”, aclara Lopez Assor. “Esto indica muchas veces una carencia afectiva, ¿por qué Pepita pone en Facebook que está enfadada? Para que todo el mundo le pregunte qué tal esta”, ofrece como ejemplo. Finalmente se genera una rueda de competencia en la que prima parecer más importante lo que tú haces que lo que hace el de enfrente.
Piques, egos, voyeurismo, todo se mezcla en la espiral de la felicidad 2.0 donde conviene parecer feliz pero donde serlo no parece -solo parece- tan importante.