NUEVA YORK, sábado 13/03/21 (EFE).— Nueva York cerró el telón hace exactamente un año para protegerse del Covid-19 y se convirtió en una ciudad fantasma que ahora, con la esperanza de los primeros rayos de la vacuna, sueña con recuperar su brillo y triunfar sobre los escenarios.
“Nosotros seguimos adelante, tratando de recuperar el tiempo perdido”, asegura el director artístico del teatro hispano Thalía, Ángel Gil Orrios, que el 2 de abril reabrirá al 33% su sala de 100 butacas después de que las autoridades permitieran el retorno de las actuaciones en directo como parte de una reapertura.
Los cines comenzaron a recibir público hace una semana, los grandes estadios con asientos para más de 10,000 personas ya acogen eventos deportivos y conciertos y, desde febrero, el interior de los restaurantes volvió a recibir a los clientes deseosos de disfrutar de su tiempo libre.
Además, el estreno de los primeros días primaverales sacó a muchos neoyorquinos a la calle y en zonas como Bryant Park, Times Square, Washington Square o la Quinta Avenida se desbordan las ganas de que la vida recupere su ritmo.
Un año después de la clausura, Gil menciona que lograron sobrevivir, al igual que la mayoría de los espacios “Off Broadway” de la ciudad, por las ayudas públicas y las donaciones privadas y de corporaciones, gracias a que son una asociación sin ánimo de lucro.
Confiesa que el anuncio repentino de la reapertura les pilló con el pie cambiado, ya que la temporada teatral en Nueva York arranca en septiembre y concluye el 30 de junio.
Sin embargo, no van a renunciar a desempolvar el escenario y el mismo 2 de abril organizarán una ceremonia en honor al actor y presidente del consejo directivo del teatro, Francisco Fuertes, fallecido el 1 de abril de 2020 por coronavirus.
También programaron un monólogo protagonizado por Lilian Colón, la primera latina que formó parte del famoso grupo de baile de Las Rockettes, cuenta Gil, antes de aclarar que, de momento, los espectáculos se ofrecerán en directo y en formato telemático, para las personas que todavía no se sientan cómodas acudiendo a lugares cerrados.
Pero los grandes teatros de Broadway, donde las superproducciones teatrales y los musicales cobran vida, todavía seguirán a oscuras, al menos, hasta septiembre.
En la golpeada Nueva York, que en la pasada primavera se convirtió en la ciudad más afectada del país, la ilusión por revivir muchas veces no puede superar al daño que ya ha causado la pandemia y la crisis económica aparejada a los cierres y clausuras.
El presidente del MET, el mayor museo del país, Daniel Weiss, confirmó el martes pasado que la pinacoteca está considerando vender algunas de sus obras para sostener el presupuesto y ayudar a “su personal durante esta crisis sin precedentes”.
No obstante, en unas declaraciones teñidas de adversidad, Weiss quiso entreabrir la puerta a la esperanza con estas palabras: “Aprendimos mucho. Cambiamos mucho. Creo que saldremos de esto como una institución más fuerte y saludable en todos los sentidos”.
El director del Centro Nacional para la Preparación ante los Desastres de la Universidad de Columbia, Jeff Schlegelmilch, asegura que un año después de que se declarara la pandemia, “definitivamente se ve la luz al final del túnel con las vacunas”, pero advierte que todavía “hay muchas incertidumbres” como la eficacia ante las nuevas variantes del coronavirus.
Schlegelmilch considera que la relajación de las medidas en la ciudad “desde una perspectiva de salud pública, se está haciendo demasiado pronto”.
Reconoce que la gente está “más cansada” de los confinamientos, que quiere volver a ver a los seres queridos, volver a trabajar, ir al colegio, salir a restaurantes o disfrutar del arte, y que esto supone una presión para las autoridades.
“Pero todavía hay demasiadas infecciones, todavía hay mucho territorio desconocido y no están vacunadas las suficientes personas”, dice Schlegelmilch antes de concluir que “cuanto más rápido se reabra, más se tentará a la suerte”.
El experto, que cree que apenas el próximo año la vida volverá a ser como antes, advierte: “Cuando hablamos de volver a la normalidad, en realidad no se habla de volver a lo normal”.
“No queremos que las cosas sean como eran antes, queremos que las cosas sean mejor que como eran antes; necesitamos centrarnos en eso, porque lo de antes es los que nos ha traído hasta aquí”, subraya.