TUNKÁS, Yucatán, sábado 23/08/25.- El gusano barrenador no distingue entre ganado de pobre o de poderoso: Penetra la piel, devora el músculo, deja llagas abiertas y reses agonizando en el suelo.- (Jhony Alamilla Castro).

Pero cuando la plaga llega al rancho Santa Cruz, en Tunkás, propiedad de Edgardo Medina Rodríguez, más conocido como “Yuri” o “Machete”, secretario de Desarrollo Rural (SEDER), la respuesta oficial es la misma que siempre: silencio absoluto.

No hay alerta sanitaria, no hay operativo, no hay brigadas, ni medicamentos, ni siquiera un comunicado. Nada, porque hablar sería reconocer que el problema existe en Yucatán y reconocerlo sería admitir que la SEDER, bajo su mando, ha sido omisa, inútil o cómplice del abandono del campo.

Peor aún, que el propio “Yuri”, el supuesto paladín del desarrollo rural, no solo no previno la invasión, sino que ahora la sufre en su propio hato y prefiere esconderla.

Por su imagen, por la del gobernador Joaquín Díaz Mena, por el montaje de que en Yucatán “no hay emergencia” por el gusano barrenador, aunque en comunidades de Tunkás, Cenotillo, Sucilá y Valladolid los ganaderos reporten pérdidas masivas sin que nadie del gobierno estatal levante la voz.

Pero cuando se trata de intereses personales, el silencio se rompe y de pronto, los trámites avanzan, de pronto, las puertas se abren y precisamente ahora, cuando su rancho está en crisis, se aprobó un camino cosechero que llega -casualidad o conveniencia-, directamente a las puertas del Santa Cruz.

Mientras otros campesinos cargan maíz, henequén y frijol por terracerías que se vuelven lodazales en temporada de lluvias, “Yuri” ya tiene vía libre. Sin lodo. Sin retrasos. Con todo el apoyo que el poder otorga.

La doble moral es tan grosera como estructural: cuando hay beneficio, el Estado actúa. Cuando hay crisis, el Estado desaparece.

Y no es solo él, a su principal financista político, Hugo Tello, operador económico clave de MORENA CENOTILLO y pieza fundamental “Yuri” le prometió posicionarlo como candidato a presidente municipal de Cenotillo en 2027 (siempre y cuando no decida Poner a su esposa Sonia Vallejos) -con intención de desplazar al hoy desprestigiado “Guapo Ricky”-, también sufre los estragos del gusano en su rancho HA Pato, cercano a Pibtuch. Pero ni una denuncia, ni una queja, ni una sola línea en los informes oficiales de la SEDER.

¿Por qué? Porque en este gobierno, la transparencia no es una obligación, sino que es un adorno para los informes. Basta con revisar el Portal de Transparencia del Estado: al buscar los datos económicos de la SEDER, aparece un mensaje frío, cínico, revelador: “No se encontraron datos disponibles para su consulta”.

Como si la dependencia no existiera, como si no manejara millones, como si el dinero se evaporara y como si la opacidad fuera política oficial.

Aquí ya no se trata de una plaga zootécnica, se trata de una epidemia política, de un sistema donde el funcionario no sirve al campo, sino que utiliza el campo para servirse. Donde la gestión se mide no por resultados, sino por lealtades y donde la única “sanidad” que importa es la imagen del titular, no la salud del ganado ni la supervivencia del campesino.

El gusano barrenador no perdona y ahora, irónicamente, está haciendo lo que ni la oposición, ni la prensa, ni la ciudadanía han logrado: exponer la podredumbre, no solo de un rancho, sino de un modelo, porque cuando el mal viene de adentro, ni el poder, ni el favor, ni el silencio, lo detienen.

“Yuri” puede enterrar las reses, pero no puede enterrar la verdad.