MÉRIDA, Yucatán, sábado 26/07/25.- En un escenario que bien podría ser materia de un nuevo capítulo de “venga la alegría”, pero barata, ya que lamentablemente una realidad de la política yucateca es un show de televisión o Influencer. ((Jhony Alamilla Castro)

El “tuzquep” de Raúl Osorio ha decidido emprender una cruzada mediática para rescatar de las aguas turbulentas a su primo hermano Carlos Adrián Quiroz Osorio, alias “Carabobo”, presidente municipal de Tizimín, cuya imagen pública atraviesa por uno de sus peores momentos de descrédito ciudadano.

El lamentable espectáculo se mostró en un video vergonzoso, en el que “rulo” Osorio compartió desde su página de LA QUINTA DE ELENA ROLDAN Y NO DE LA PAGINA OFICIAL DE BENEFICIENCIA PUBLICA DE YUCATAN.

En vez de comportarse como funcionario público serio, se transforma en presentador de payaso influencer político, presumiendo una visita que más que formalidades administrativas parece un show de bajo presupuesto.

En esta farsa política, se presenta al licenciado Alfredo Cordero Esquivel como si fuera el mesías de la burocracia nacional mexicana, portador de “grandes noticias” para el estado, cuando la realidad es mucho más pedestre y huele a nepotismo barato.

El video comienza con “Carabobo” en su típico papel de estatua meditabunda, tratando de aparentar profundidad intelectual mientras su primo le suministra los diálogos que debe repetir como loro amaestrado: “trae buenas noticias para los tizileños” y “pronto les haremos saber”, frases vacías que se han convertido en el mantra de una administración municipal que parece haber confundido la gobernanza con la actuación teatral de mala calidad.

Lo que realmente queda en claro es que este par de primos, expertos en excusas y faramallas, como bien se dice en los rincones del habla yucateca “PURO ATOLE CON EL DEDO”, han decidido lanzar una campaña de imagen que más que solucionar problemas locales parece diseñada para tapar el lodazal de corruptelas que caracteriza la actual gestión de “Carabobo” en Tizimín.

Las presuntas “gestiones de beneficencia” que se prometen son tan sustanciosas como el humo de un cigarro en día de lluvia: se ven, pero no alimentan.

Este tipo de prácticas no solo insulta la inteligencia del ciudadano común, sino que es una burla descarada a la ética pública y a la transparencia administrativa.

Cuando los funcionarios utilizan los recursos públicos para protagonizar videos de autorrecomendación y autopromoción, cuando convierten la política en negocio familiar y la administración pública en plataforma de reality show, están cometiendo un acto de corrupción mucho más grave que el robo descarado: están destruyendo la confianza ciudadana en las instituciones.

La ciudadanía Yucateca quiere funcionarios que trabajen y no ande haciendo lives como influencers; que resuelvan problemas con eficacia y que no necesiten videógrafos ni guiones para demostrar su competencia.

Mientras estos primos continúen dando “atole con el dedo” a la población, mientras sigan alimentando la política con circo mediático y promesas huecas, Yucatán seguirá siendo tierra de oportunidades perdidas y potencial truncado por intereses familiares que nada tienen que ver con el bien común.

La política no es circo. Los Yucatecos merecen autoridades que trabajen.
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