MÉRIDA, Yucatán, miércoles 28/05/25.- (Jhony Alamilla Castro) Lo que en algún momento fue una carrera en la televisión Nacional, hoy ha mutado en un espectáculo de autopromoción disfrazado de influencer.

Raúl “Rulo” Osorio, exconductor de TV Azteca y actual funcionario público, ha decidido canjear el compromiso institucional por la faramalla de las redes sociales, convirtiéndose en promotor de productos de dudosa procedencia y aún más cuestionable calidad.

Desde hace semanas, “Rulo” ha intensificado su presencia en plataformas digitales como si su verdadero encargo fuera ser vocero de las redes sociales y promocionar como la tienda Oi Technology, un local que se dedica a vender artículos chinos con la vieja fórmula de lo “bueno, bonito y barato”.

Pero que no se equivoque el pueblo: no es casualidad, no es afición, y no es coincidencia. Es publicidad pagada, aunque el propio Osorio pretenda pintarlo como “gusto personal”.

EXPLICACIÓN NO PEDIDA, ACUSACIÓN MANIFIESTA: El colmo de la desfachatez llega cuando, en uno de sus videos, presume con falsa humildad que no pide regalos ni descuentos, pero bien que cobra por sus menciones.

¿A eso le llama transparencia? Peor aún, hace llamados para que la gente de los municipios venga a comprar a esta tienda, como si su papel fuera el de promotor comercial y no el de servidor público.

Resulta preocupante que un funcionario del gobierno ande ocupado grabando TikToks y videos para hacerle publicidad a una tienda de baratijas tecnológicas, en vez de estar cumpliendo con sus obligaciones al servicio de los yucatecos.

¿En qué horario graba? ¿Con qué recursos? ¿Bajo qué justificación legal hace promoción comercial? ¿Y dónde quedó la ética de quien cobra del erario?

CHAYOTE DE CLÓSET: Lo más grave es la forma en la que pretende desmarcarse del “chayote”, como si el hecho de no pedir una pantalla gratis lo absolviera de convertir sus redes en un aparador comercial sin factura de por medio, como todo influencer “patito” que evade responsabilidades fiscales.

Así pues, Rulo Osorio se muerde la lengua. Se queja de los políticos que viven del “aplauso fácil” mientras él mismo protagoniza un show vulgar de consumo populachero.

Al final, el exconductor parece haber entendido la política como un nuevo escenario para seguir vendiendo su imagen… y ahora, ventiladores chinos también.