TIZIMÍN, Yucatán, viernes 03/01/25.-(jac) En Tizimín, la “Ciudad de los Tres Reyes”, las fiestas de inicio de año han dejado un amargo sabor de boca que trasciende el ámbito local. Apenas se había enfriado el escándalo por el maltrato y violencia de género contra una doctora en el zoológico municipal, cuando un nuevo episodio de negligencia y barbarie salió a la luz: el lamento de un perro que fue brutalmente lazado y arrastrado fuera del ruedo, un acto que no solo indignó a animalistas y antitaurinos, sino también a la sociedad en general.

LO MÁS ALARMANTE: No es sólo el acto en sí, sino la respuesta de ciertos pseudo-influencers que, con tal de ganar relevancia y seguidores, prefirieron convertir este lamentable incidente en un “chiste”.

“LETZ HÉ”: Entre ellos, destaca un personaje, Jesús C., quien con su actitud servil hacia Adrián Quiroz alias “Tauch” y Joaquín “HuachoTuzquep” –figuras políticas cuestionadas por su gestión–, expuso el abuso del perrito en redes sociales, no para denunciarlo, sino para trivializarlo y hacer ver que no pasó nada.

TIRO POR LA CULATA: La búsqueda de popularidad digital le jugó en contra, como reza el refrán: “Quiso echarse un pedo y le salió aguado”. Las críticas y ataques no tardaron en inundar sus publicaciones, exhibiendo su insensibilidad y complicidad con un desgobierno que perpetúa la negligencia.

Como si esto no fuera suficiente, en una de sus publicaciones más recientes, este pseudo-influencer exhibió su verdadera cara al pedir su “chayote anual” a Huacho Díaz, dejando al descubierto los privilegios económicos que Mauricio Vila solía hacerle llegar. Este acto de servilismo descarado no solo evidencia su lealtad ciega a quienes están en el poder, sino también su participación activa en un sistema de corrupción que atenta contra los intereses de los ciudadanos.

DESPRECIO A LA CIUDADANÍA: Pero, como siempre, en lugar de asumir responsabilidades, “Tauch” demostró su típica arrogancia y desprecio por la ciudadanía.

En un intento burdo por desviar la atención, anunció que los boletos para un concierto de “La Arrolladora” estaban “agotados”, pese a que la misma organización había informado que continuarían disponibles. Una estrategia típica de este tipo de gobiernos: distraer con espectáculos y banalidades mientras los problemas de fondo persisten.

El problema de fondo no es solo el acto aislado de maltrato animal, sino el sistema que lo permite y lo justifica. En este contexto, los pseudo-influencers se convierten en cómplices al encubrir o minimizar estas acciones, ya sea por ignorancia, ambición o mera conveniencia.
En lugar de usar su alcance para visibilizar y denunciar, optan por venderse como bufones de quienes ostentan el poder, trivializando problemáticas que merecen atención y soluciones reales.

Lo sucedido en Tizimín es un reflejo de cómo la indiferencia y el oportunismo pueden perpetuar el abuso, ya sea hacia las personas o hacia los animales. Cada acto de violencia que queda impune, cada intento de silenciar las críticas con espectáculos baratos, y cada influencer que decide alabar a un desgobierno en lugar de confrontarlo, nos aleja más de la sociedad justa y compasiva que deberíamos aspirar a ser.

Es momento de que los tizimileños despierten y exijan rendición de cuentas. No basta con indignarse en redes sociales; hay que actuar, denunciar y rechazar a quienes, bajo la falsa bandera de la popularidad, se convierten en aliados del abuso.

Mientras, sigamos “disfrutando lo votado” sin exigir cambios, los actos como el ocurrido en el ruedo de Tizimín seguirán siendo parte de nuestra realidad.