MÉRIDA, Yucatán, jueves 02/01/25.- (JAC) En el contexto actual, en el que los líderes políticos enfrentan desafíos reales, que requieren atención y soluciones concretas, es desconcertante observar a figuras como Joaquín “Huacho” Díaz, gobernador de Yucatán, intentando proyectarse más como influencer que como líder.

Su constante búsqueda de fama a través de redes sociales como Facebook y TikTok ha transformado su gestión en un espectáculo que deja mucho que desear , pues lejos de enfocarse en resolver los problemas que afectan a los yucatecos, Díaz Mena parece más preocupado por ganar likes y seguidores.

Desde transmisiones en vivo, en las que intenta mostrarse como músico y cantante hasta presentaciones poco preparadas como la hecha el lunes 30 de diciembre en Tizimín, junto a Adrián Quiroz “Zapote”, su enfoque se centra más en su proyección personal que en el bienestar de su pueblo.

¿FAMA SOBRE RESPONSABILIDAD?: El video más reciente de Díaz Mena y Quiroz Osorio es un ejemplo claro de la desconexión entre su desempeño político y las expectativas ciudadanas.

En lugar de mostrar liderazgo, ambos protagonizaron un bochornoso intento de conducción en el que incluso el propio gobernador descalificó al presidente de Tizimín, llamándolo “Zapote” en plena transmisión. Todo esto mientras intentaban justificar el bajo número de espectadores conectados.

MENSAJE EQUIVOCADO: Este tipo de actos no solo evidencian una falta de seriedad, sino que también reflejan una preocupante ausencia de prioridades. ¿Qué mensaje envía un gobernador que dedica su tiempo a transmisiones frívolas mientras persisten problemas graves en el estado?

El liderazgo político exige compromiso, ética y visión. Un gobernador no está para entretener a su audiencia ni para incursionar en la farándula. Su labor debe centrarse en resolver las carencias en infraestructura, salud, educación y seguridad que afectan al estado.

En Yucatán, los desafíos son muchos, desde el aumento de la desigualdad en ciertas regiones hasta la necesidad de fortalecer la economía local; la ciudadanía requiere a un líder enfocado, no a un influencer improvisado, pero Díaz Mena ha elegido distraerse y distraer a su audiencia con espectáculos que lo ridiculizan y, peor aún, socavan la dignidad del cargo que ostenta.

DE LA FARÁNDULA A LA POLÍTICA REAL: El espectáculo ofrecido por Díaz Mena y sus intentos de ser relevante en redes sociales revelan algo más profundo: Una desconexión con las demandas de sus ciudadanos. Mientras él afina su guitarra o se preocupa por las métricas de sus transmisiones, muchos yucatecos enfrentan problemas serios que merecen atención inmediata.

La pregunta clave aquí es: ¿Quién está gobernando Yucatán mientras Díaz Mena busca fama en TikTok? La política no es un escenario de farándula, es un espacio donde las decisiones afectan vidas y comunidades enteras.

El pueblo de Yucatán merece más. Merece un líder que se enfoque en el progreso del estado, que aborde los problemas con seriedad y que deje de lado los intentos de sobresalir en el ámbito digital.

Joaquín “Huacho” Díaz debe recordar que no fue elegido para ser una estrella de redes sociales, sino para ser un servidor público que trabaje con entrega y ética. La política, cuando se toma como un espectáculo, pierde su esencia y traiciona a quienes más dependen de ella.

Es momento de que Díaz Mena ponga fin a su faceta de influencer y asuma con responsabilidad el cargo que ostenta. Porque en Yucatán, lo que menos necesita la ciudadanía es otro “show” político.