TEGUCIGALPA (AP), miércoles 13/09/2023.- Zumbando dentro de un tarro están los nuevos aliados en la lucha contra el dengue: más de 200 mosquitos desesperados por salir.
Durante décadas prevenir esta enfermedad ha implicado deshacerse de estos insectos. Ahora en ese frasco hay una forma potencialmente más efectiva de controlar el mal que desafía todo lo aprendido.
Por eso hay aplausos y alegría en una barriada de alta incidencia del dengue al norte de Tegucigalpa cuando Héctor Enríquez, un albañil de 52 años, levanta el bote por encima de su cabeza y retira la tela que lo cubre liberando a los zancudos.
Los mosquitos que salen volando a su lado parecen iguales a los que antes todos mataban, pero no lo son. Estos fueron criados por científicos y son portadores de una bacteria llamada Wolbachia que bloquea la transmisión del dengue. Cuando se reproducen, transmiten la bacteria a su descendencia, reduciendo futuros brotes.
La organización sin fines de lucro Programa Mundial del Mosquito (WMP, por sus siglas en inglés) es pionera en esta técnica y lleva más de una década implementándola en una docena de países. Con más de la mitad de la población mundial en riesgo de contraer dengue, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue de cerca cada uno de estos procesos, el más reciente el hondureño, y ultima una recomendación para respaldar su uso a nivel global.
En Honduras, que registra unos 10.000 casos anuales de la enfermedad, el WMP se ha aliado con Médicos sin Fronteras (MSF) para liberar unos nueve millones de mosquitos en seis meses, en algunos casos con la ayuda de voluntarios como Enríquez.
La idea puede parecer difícil de vender a la población pero el australiano Scott O’Neill, fundador de WMP, asegura que las comunidades están dispuestas a soportar algunas picaduras con tal de reducir la enfermedad.
“Hay una necesidad desesperada de nuevos enfoques”, señaló.