MÉRIDA, Yucatán, jueves 02/02/23.- Unos 20 especialistas en restauración y conservación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) trabajan en el Templo de las Siete Muñecas, la Subestructura 44 y la Capilla de Indios de la zona arqueológica de Dzibilchaltún. 

La estabilización de los vestigios estucados de los inmuebles ayudará a los visitantes a imaginar el esplendor del sitio, gracias al Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza) derivado del proyecto Tren Maya. 

Para la especialista de la Sección de Conservación y Restauración del Centro INAH Yucatán, María Fernanda Escalante Hernández, “la importancia de esas edificaciones radica en que son las últimas del área visitable de la zona arqueológica”. 

“Conservan restos de estucos modelados y aplanados arquitectónicos, que son el soporte de grafitis, pinturas, relieves modelados, mascarones y otras decoraciones asociadas a los inmuebles, pero también son los elementos más sensibles y se pierden por el tiempo y los fenómenos naturales”, explicó. 

Los trabajos en Dzibilchaltún, uno de los 26 sitios patrimoniales que el INAH y el Fondo Nacional de Fomento al Turismo atienden, comenzaron en octubre pasado y concluirán en marzo próximo. 

La importancia de preservar esas ruinas deriva en que son testimonios que permiten a los visitantes imaginar cómo lucían los edificios prehispánicos durante su esplendor. 

 “Esos elementos nos recuerdan que las grandes edificaciones de piedra que hoy vemos estuvieron recubiertas por delicados estucos y decoraciones, a menudo pintadas o con modelados”, aseveró.  

La restauradora explicó que el Promeza emprenden acciones de conservación preventiva: impermeabilizaciones, consolidaciones, resanes, readhesiones y limpiezas de sales y microorganismos, entre otras. 

“El objetivo es evitar que los monumentos se vuelvan agentes de deterioro. Es decir, si permitimos que el agua se filtre a los interiores, no importará cuántas veces se adhieran los estucos a las superficies, pues la humedad excesiva continuará desprendiéndolos”, agregó.  

Dzibilchaltún, que tuvo su apogeo durante el periodo Clásico Tardío (650-950 d.C.), se ha mantenido poblada desde el Preclásico (2500 a.C.-100 d.C.) hasta la actualidad. 

Un ejemplo de esa continuidad es la Capilla Abierta, que data de los inicios de la evangelización en la Península de Yucatán y que al estar desplantada en la zona nuclear del sitio se reusaron muchos materiales de las edificaciones mayas para su construcción. 

Aunque la mayoría de los decorados se ha degradado, los registros de exploraciones como la del investigador de la Universidad de Tulane, Wyllys Andrews, quien trabajó en el sitio de 1956 a 1962, consignan la existencia de ornamentos como un arcángel, un obispo y otras figuras con color dentro del templo.  

“Precisamente, estamos consolidando y estabilizando los restos de estuco y algunas zonas con decoraciones en colores azules y rojos que se preservan en puntos como el altar principal de la capilla”, explicó. 

En el caso de la Subestructura 44, la finalidad del equipo de conservación es garantizar la durabilidad de un conjunto de grafitis arqueológicos hechos por los antiguos mayas con carbón y mediante la rayadura de los muros. 

 En el Templo de las Siete Muñecas se estabilizarán y recuperarán los remanentes estucados de un friso que aludía a una escena con motivos acuáticos, según consignó Andrews.