CIUDAD DEL VATICANO, lunes 02/01/2023.- Miles de fieles desfilaron hoy para despedir al papa emérito Benedicto XVI, quien murió a los 95 años, en la basílica de San Pedro en el primer día de su capilla ardiente, que concluirá el jueves con su funeral.
En las primeras cinco horas de duelo, hasta las 2 de la tarde local, pasaron ante el cuerpo del papa alemán alrededor de 40 mil personas, según datos de la oficina de prensa de la Santa Sede, mientras la delegación del Gobierno en Roma esperaba 35 mil durante todo el día.
Ratzinger, que en 2013 fue el primer pontífice en renunciar en los últimos seis siglos, yacía sobre un catafalco de tela dorada a los pies del Altar de la Confesión y del baldaquino de Bernini, sobre el lugar en el que según la tradición fue sepultado San Pedro.
Vestía los paramentos pontificios, la casulla roja (color del luto papal) sobre una túnica blanca, pero al no ser un papa “reinante”, por haber renunciado, no se le colocó el palio, la estola blanca que se lleva sobre los hombros y que representa su jurisdicción.
La cabeza de Benedicto XVI estaba tocada por una mitra blanca de bordes dorados, en sus manos llevaba un rosario y el anillo que llevó durante su tiempo de emérito (su Anillo del Pescador, que evoca el poder papal, fue destruido) y calzaba un par de austeros zapatos negros, no los rojos que representan la sangre mártir.
La capilla ardiente provocó una larga fila de personas que daba la vuelta a la plaza de San Pedro y que desfiló ante los restos del papa alemán, escoltados por dos Guardias Suizos con alabardas.
Muchos eran fieles que inclinaban su cabeza ante el pontífice o se hacían la señal de la Cruz mientras que otros tantos eran turistas o personas a los que este fallecimiento vaticano ha pillado en Roma.
En el lugar estaba también la “familia vaticana” de Ratzinger, las personas que le asistieron en su retiro en el monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, entre estos su secretario personal, Georg Gänswein, que recibió el pésame de algunos de los fieles.
Velando el cadáver se pudo ver a algunas monjas y antiguos miembros de la curia, como el cardenal y arzobispo emérito de Valencia, Antonio Cañizares, con un bastón, o los también purpurados Camillo Ruini, en silla de ruedas, y el alemán Walter Kasper.