MIAMI (AP), martes 27/12/22.- Sarah Salgado es madre soltera de tres pequeños. Salió casi a escondidas de Nicaragua y desde que llegó a Estados Unidos hace tres años envía dinero, ropa, medicinas y alimentos a sus padres y hermanos en su país de origen.

Lo hizo desde que consiguió su primer trabajo de asistente en un restaurante y lo sigue haciendo ahora que, aunque ya tiene su propio emprendimiento, sus ingresos se han visto impactados por la inflación.

“No es fácil mandar, pero cuando es con amor, no es sacrificio”, dijo Salgado, de 35 años, a The Associated Press. “Aquí la vida está difícil, pero tenemos la libertad de trabajar, cambiar de trabajo o hacer varios trabajos al mismo tiempo”, expresó la mujer en una entrevista telefónica desde su casa móvil en Pahokee, en Florida, a unos 145 kilómetros al noroeste de Miami.

Salgado es un ejemplo de lo que millones de inmigrantes latinoamericanos que viven en Estados Unidos hacen para ayudar a sus familias. Las remesas enviadas desde el exterior son claves para Latinoamérica y representan una fuente extra de ingresos para los hogares de bajos y medianos ingresos ya que contribuyen a satisfacer necesidades básicas, aliviar la pobreza, mejorar la alimentación y el acceso a la salud y la educación.