BUENOS AIRES (AP) , viernes 23/12/22.- La mexicana Elena Alcántara no compra más ropa y dejó de ir a restaurantes. El chileno Pedro Serrano reemplazó la carne vacuna por el pescado enlatado, que es más barato, y en Uruguay María Fulquere recurre a las ollas populares para poder comer.
Son los efectos de la inflación que a excepción de Venezuela y Argentina -que han lidiado con este problema durante largos años- reapareció con fuerza en América Latina y el Caribe luego de una etapa de relativa estabilidad.
Alcántara, de 32 años, afirmó a The Associated Press días atrás en un mercado de la Ciudad de México que este año prescindió de algunos gustos como salir a comer afuera y su familia aprendió “a comprar lo esencial” para que rinda su salario de 258 dólares mensuales en una guardería infantil.
Así, redujo de tres a una vez por semana las compras de carne para sus padres y su pareja y ella misma prepara las tortillas de maíz.
Serrano, de 43 años y con dos hijos, dijo que “es muy brutal la inflación” y explicó que los chilenos se ajustan el cinturón “ya sea comiendo menos carne, ya sea teniendo muy en cuenta los viajes en auto para no gastar bencina (gasolina)”.
Este empleado de un local comercial señaló que acude menos al supermercado porque en las ferias barriales de verduras “uno puede encontrar oportunidades” para lidiar con la disparada de precios.
En el último año la guerra de Ucrania y Rusia disparó el precio de los combustibles y alimentos, profundizando el alza en el costo de vida que había comenzado durante la pandemia de COVID-19 por las restricciones que afectaron la producción e impactaron en la oferta de bienes.
México registró en agosto una inflación anual de 8.7%, la mayor en más de dos décadas, mientras Chile cerró 2021 con un índice de 7.2% -el más alto en 14 años-, que no cedió hasta llegar al 13.3% interanual en noviembre último.