MÉRIDA, Yucatán, martes 08/11/22.- La Hacienda Kampepén, ubicada en Homún, aún está de pie y cada día recibe a decenas de turistas que caen cautivos ante la majestuosa belleza de tres cenotes que guarda en su interior, una capilla Colonial creada en honor a San Antonio de Padua que después cambió su nombre a San Francisco de Asís y un altar para los aluxes.

“Esta hacienda tiene casi dos siglos de historia, aquí converge el pasado de los antiguos mayas, los hacendados y los españoles”, dijo Gabriela Chin Chan, la guía de turistas del paseo nocturno “un especial de Hanal Pixán”.

Acompañada de Juan Huchim Pool y Andy Quetzal Quetzal logra transportar a los visitantes por 1823, 1923 hasta el siglo XIX, cuando los mayas eran esclavos de los hacendados, pero antes pidieron permiso a los luxes.

Pidieron formar un enorme círculo y tomarse de las manos mientras Andy usaba un silbato en forma de búho para pedir permiso a los dueños del lugar: los aluxes “para que nos dejen visitar en forma tranquila el lugar”.

Después comenzó el recorrido por la histórica hacienda que se ubica a una hora de Mérida y a la que se puede llegar en camión de la ruta Homún o en vehículo propio.

Si se llega en camión, hay mototaxis que llevan al turista hasta la Hacienda Kampepén, que en lengua maya significa Mariposa amarilla.

A cada paso, las palabras de la guía cobran sentido con la evidencia que siguen de pie: un casco de hacienda, restos de maquinaria adquirida en Europa para trabajar la fibra de henequén, metates que usaban los mayas para moler el pozole y un par de sandalias elaboradas con llantas e hilo de henequén.

“Los antiguos mayas, al mediodía, preparaban pozole para tomar, ese era su único alimento en cada jornal”, explicó Gabriela Chin mientras mostraba la forma de uso del metate.

El recorrido siguió hasta la capilla estilo Colonial, “alrededor enterraban a sus difuntos”, actualmente, los restos mortales de los hacendados y sus familias descansan en la Iglesia de Homún.

La caverna Kixné, uno de los tres cenotes abiertos al público de la Hacienda Kampepén, guarda un tesoro prehispánico: un mosaico de pinturas rupestres que muestra las manos en positivo y negativo de algunos mayas prehispánicos.

“Las improntas son reales, ya vino personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a dar autenticidad”, reveló Verónica Torres Rivas, directora general de la Hacienda Kampepén.

La pintura rupestre del lugar cautiva por sus formas y colores creados por los mayas prehispánicos.

“Convivir con la naturaleza, disfrutar la paz que brinda la Hacienda Kampepén es otro plus”, agregó Verónica y puso a disposición el número telefónico 9881035337 para pedir citas e informes.

Después de la caverna, los visitantes llegaron al cenote Chenké, cuyas aguas cristalinas invitan a nadar, aunque sean las 22 horas, para mitigar el calor y la caminata.

El paseo nocturno continuó hasta llegar al cenote La Noria, enmarcado por una larga escalera, estalactitas que al tocarlas producen un dulce sonido.

Los visitantes se dejaron seducir por las aguas transparentes.

“La sensación de nadar en un cenote a las 11 de la noche es increíble, es como si estuvieras libre, como si volaras como mariposa”, comentaron algunos visitantes.

La visita nocturna especial de Hanal Pixán terminó con panuchos, pibes, horchata, refrescos de cola y hasta cervezas.

El precio de los boletos del paseo de día es de a 180 pesos adultos y 100 niños y personas con credencial de INAPAM.

Los paseos nocturnos se realizan con un grupo mínimo de 10 personas y el precio es de 275 pesos adultos y 250 niños y personas con credencial del INAPAM.- Martha López Huan