VALLADOLID, Yucatán, martes 28/06/22.- La triste historia de Valentina E.H., de 56 años de edad, acabó en manos de su hijo Olaf Memelo E.H., de 27 años, quien, además de padecer discapacidad intelectual era adicto a las drogas y un alcohólico, y a quien ingresaron al Hospital Psiquiátrico.

A este sujeto lo valorarán, a fin de determinar si puede ser procesado por el delito de feminicidio agravado en contra de su madre, a la que mató al golpearla en el rostro con un hacha mientras se bañaba.

Ese caso lo tiene la juez de control de Valladolid, Claudia Crisol Antonio Mayor, y a Memelo se le podría determinar alguna causa de inimputabilidad, porque presuntamente, no obstante que es adicto a las drogas y al alcohol, nació con una discapacidad intelectual que no le permite distinguir entre el bien y el mal, porque es muy agresivo.

Un sujeto sumamente peligroso
Sin embargo, en caso de que se le declare inimputable deberá permanecer en algún área especial del penal de Ebtún, Valladolid, donde purgaría su condena y estaría bajo control y aislado del resto de la población penitenciaria, debido a su peligrosidad.

En Yucatán, el feminicidio se castiga con pena de cárcel de 40 a 60 años, tiempo que haría Memelo en la cárcel.

El lunes 20 de junio, casi a la medianoche, Olaf Memelo, uno de los cinco hijos de Valentina E.H., de 56 años, muy conocida en Tizimín, porque vendía tierras flores y plantas por toda la ciudad llegó a la humilde casa familiar, pero estaba drogado y ebrio, de modo que agarró un hacha y atacó a su madre en el baño.

El cadáver de la mujer lo descubrió otro de sus hijos, Carlos, conocido como “Choki”, quien llegó a la casa, ubicada en la calle 80 con 45-A y 29 de Tizimín, y encontró el cuerpo en el baño, en un charco de sangre.

La Policía activó su protocolo de búsqueda y no transcurrió mucho tiempo cuando, en la madrugada del 21, hallaron a Olaf cuando deambulaba semidesnudo en la carretera Tizimín-Loche, rumbo al municipio costero de Río Lagartos.

Carlos y Olaf padecen de discapacidad intelectual, aunque el primero, según evaluaciones psiquiátricas, no es agresivo como el ahora feminicida.