Mérida, Yuc., sábado 23/04/2022.- El hidrocálido Héctor Gutiérrez llegó como sustituto al cartel del cerrojazo de temporada en Mérida para cortar dos orejas y salir a hombros de los aficionados, tarde en la que Andrés Roca Rey y Luis David cortaron una oreja, respectivamente.
Héctor Gutiérrez cayó de pie ante la afición yucateca. Con los ánimos a la baja tras lo acontecido con los toros que abrieron el festejo, el de Aguascalientes rompió el letargo con toreo bueno, valor sereno y una quietud de llamar la atención. Con el viento amainando y pese a que el toro también dio muestras de debilidad, el hidrocálido dio paso a una labor de trazo parsimonioso, dando una cátedra de quietud que hasta le costó una voltereta. Así, lentas fueron las verónicas, gaoneras y caleserinas y con la muleta, parsimionosos los derechazos, poniendo aquello en ebulllición, arrancando olés al unísono, aderezado con gritos de “torero”. Es el joven diestro uno de los nuevos valores a los que no hay que perder de vista. Tiene madera de figura. Una pena las fallas con la espada.
Con su segundo que brindó a Roca Rey, se pegó un arrimón. El toro con un par de pitones, no fue un dechado de bravura, por lo que acortó distancias, de metió en la cuna y arranco muletazos de subido valor, con el público entregado, sin escatimar ante tamaña demostración de valor y torería.
Con el abre plaza, un toro de escaso trapío y un viento imposible para hacer el toreo, Luis David lo intentó, con ningún dividendo. El toro, escaso de fuerza y nula posibilidad de lucimiento, terminó rodando por la arena, por lo que imposible fue aquello para pensar en faena.
Con su segundo, un toro de buen son por ambos lados, destacando el izquierdo, fue apto para una faena de buena estructura. Una labor de muleta planchada que; sin embargo, no terminó de prender en las alturas ante la falta de transmisión del astado. Luis David lo toreó con donosura, destacando el toreo al natural. La espada quedó un tanto caída, por lo que los presentes protestaron el trofeo otorgado.
Andrés Roca Rey le buscó las vueltas a su primero, otro toro inválido, visiblemente lastimado de los cuartos traseros y con el que hubo de hacer labor de enfermero. Con la atención de los aficionados tras aguantarlo en demasía buscando meterlo en la muleta pese al viento, el torero andino apenas y pudo trazar un esbozo de faena. Al final fue imposible con el toro, que también rodó por la arena.
Tras el largo pasaje con su segundo que hubo de darle muerte en el ruedo al haberse despitorrado, Roca Rey de justificó con el sobrero. Un toro distraido, rajado y otro catálogo abierto de debilidad al que le cerró el paso y acortó distancias para una labor torera, inventándose la faena ante el contento general. Mató al segundo viaje.