MÉRIDA, Yucatán, lunes 04/04/22.- La riqueza histórica del Museo de los Ferrocarriles de Yucatán, el cual contiene 120 años de historia peligra si el proyecto del gobernador, de convertir La Plancha en un lugar como el Central Park de Nueva York, no lo considera como parte del plan.

“Lo que está en el museo no es chatarra ni fierros viejos, sino una exposición de acontecimientos pasados, dignos de preservarse en la memoria de los mexicanos, principalmente de los yucatecos”, afirmó Roger Emilio Gómez, uno de los cinco ex ferrocarrileros que cuidan y promueven el lugar.

El precio del boleto para entrar al Museo de los Ferrocarriles de Yucatán es de 30 pesos (adultos) y 15 (niños) y funciona de martes a domingos de 8 a 14 horas.

Una locomotora de vapor construida en 1902, otras de diésel, carros campamento, cabuces y unas Pullman forman parte del Museo de los Ferrocarriles de Yucatán, ubicado al Sureste de México que reabrió sus puertas hace unos días, después de dos años de pandemia del Covid-19.

Las enormes centinelas guardan en su interior historias que poco a poco desmenuzan los protectores de eso vagones, arrastrados por una locomotora que hasta agosto de 2020 circulaban en el Sureste de México transportando gente y mercancía.

“Cuando el público entra al museo, empieza un viaje a través del tiempo con el ferrocarril, porque puedes encontrar desde la máquina más antigua, que es la 270 de vapor, y otras locomotoras que corrieron Yucatán, además de las que trajeron de otros estados de la República”, cuenta Roger Emilio Gómez, uno de los cinco ex ferrocarrileros que se dedican a cuidar y promover el lugar.

Acompañado del encargado Pedro Pablo Gamboa Cano, José Luis Gómez y Juan Bolio Delgado, dirige su mirada al corazón de La Plancha, donde se ubica el Museo de los Ferrocarriles de Yucatán.

La grandeza de este museo se basa en que “Los jinetes del tren” encontraron poco a poco locomotoras y vagones que estaban en otras partes del país, como la locomotora FUS 412 que descubrieron en el campo de chatarra de Huehuetoca en el Estado de México.

“Esa locomotora es muy emblemática, ya que fue la primera de diésel que corrió en Yucatán y por eso la trajimos. Logramos que la donaran y llegó enriquecer el museo, es una pieza muy importante”, agregó el entrevistado.

En el Museo de los Ferrocarriles de Yucatán también hay locomotoras que trajeron de San Luis Potosí, Chihuahua, Baja California y otras partes de la República y quisiéramos tener más equipo, pero no se puede, ya que todo lo que está aquí es por donación, precisó.

En el museo destaca “El abuelito” y muchos piensan que fue el que corrió Felipe Carrillo Puerto, pero no, éste se construyó en Estados Unidos a principios de 1900 y se trajo en los 60s de Coahuila y Zacatecas”.

Actuaron’ en películas
El tren llegó como “Pensamiento liberal mexicano” y se cambió el nombre a “José Rendón Peniche”, ya que fue la primera persona que puso en marcha el ferrocarril en Yucatán y la importancia del vehículo deriva en que albergó a muchos presidentes, alcaldes y funcionarios del Sureste.

Con orgullo dijo que en el “José Rendón Peniche” se hicieron dos películas: “Peregrina”, con Antonio Aguilar y Shasha Montenegro, y “La casta divina”, con Ignacio López Tarso, Ana Luisa Peluffo, Pedro Armendaris Jr y Tina Romero.

“Por falta de recursos económicos se fue deteriorado, nos da mucha pena, pero ¿qué podemos hacer si nosotros cuatro y don Juan Manuel Celorio (director general del Museo de los Ferrocarriles de Yucatán) encabezamos una asociación civil y no tenemos apoyo de ninguna instancia de gobierno?”, se lamentó el entrevistado.

La historia del museo empezó a formarse en 1990, cuando un grupo de ferrocarrileros contó sus sueños a un directivo de la empresa ferroviaria: Juan Manuel Celorio, quien se enamoró inmediatamente del proyecto.

“Dijo que nos ayudaría y cumplió; nosotros, como simples trabajadores tocamos muchas puertas y nadie nos hacía caso, ahora, hay dos asociaciones civiles involucradas: la de nosotros y ferro-aficionados y la de los jubilados y pensionados”.

El entrevistado explico que juntos se encargan de arreglar y restaurar los vagones y locomotoras para cautivar a los visitantes locales, nacionales y extranjeros.

Ahora reabrieron para compartir su sueño con los niños, jóvenes y adultos, luego que afortunadamente se fue la pandemia del Covid-19 y les dieron la oportunidad de volver a trabajar aquí y evitar el deterioro de las enormes y largas locomotoras y vagones.

La emoción crece porque lograron rescatar dos locomotoras que estaban en La Plancha, pero fuera del área del Museo de los Ferrocarriles de Yucatán, ya que una empresa les dio prestado un tracmóvil y recuperaron dos locomotoras históricas que estaban por perderse.

A una pregunta, el informante dijo que unas 150 personas integran la asociación de jubilados y pensionados y la de ellos un poquito menos, pero todos apoyan en lo que se pueda.

“Invitamos al público yucateco a venir al museo para vivir una aventura, este legado no es de nosotros, sino de todos los yucatecos”, precisó don Roger Emilio Gómez.

El deseo general es que el museo permanezca como patrimonio del Estado en el proyecto de la administración de Mauricio Vila Dosal de convertir La Plancha en un lugar parecido al Central Park de Nueva York y por eso necesitan que vaya más gente al museo.

Juan Bolio Delgado, con 42 años de experiencia como extra, ayudante y operador de trenes, contó su historia en los ferrocarriles, que comenzó en mayo de 1979 y terminó en agosto de 2020 cuando lo liquidaron, junto con decenas de compañeros.

“Ser ferrocarrilero me dio la oportunidad de conocer muchos lugares de Yucatán y del Sureste de México, incluso llegamos a Ciudad Hidalgo que está cerca de la frontera con Guatemala. A veces tardábamos más viajando que reparando el tren. Se hacían viajes de 14 horas y sólo necesitábamos dos para reparar los desperfectos”, recordó con nostalgia.
Al igual que el encargado del museo, don Pedro Pablo Gamboa Cano, don Juan invita a los habitantes de Yucatán a visitar el recinto abierto ubicado en La Plancha.

“Traigan a los niños a conocer físicamente las locomotoras y lo vagones del ferrocarril”, indicó y agregó que antes de la pandemia el museo era muy popular, ya que cada lunes y miércoles había visitas escolares y había mucha actividad, pero ahora sólo hay incertidumbre, pues no saben qué pasará con el museo y su mayor temor es que lo cierren por el Tren Maya.

En cada estación un amor, al estilo de los marineros
Para cambiar un poco el tema, le preguntamos a don Pedro Pablo qué tan cierto es ese tabú que señala que los ferrocarrileros son como los marineros: un amor en cada estación y de inmediato brotaron las carcajadas que rompieron el silencio de forma amena y dijo que cuando confiesa “no tanto”.

“Mi única pasión es reparar las máquinas y dejarlas como nuevas; soy reconstructor y uno de mis trabajos recientes fue remodelar el Cabus, un coche utilizado para la transportación de herramientas y personal de mantenimiento de vía. Lo remodelé completo: pintura, rotulado y partes eléctricas”, explicó.

Sus palabras confirman esa pasión que surgió desde hace años, cuando veía a su papá trabajar en las vías y a uno de sus tíos, que fue maquinista de la locomotora de vapor, una de las cinco que había, ya que cuatro se las vendieron a Disney.

La melancolía regresa al rostro de los ex trabajadores, porque temen que desaparezcan en un santiamén 120 años de historia.- (Martha López H.)