KOHUNLICH, Quintana Roo, lunes 03/10/21.- Un grupo de especialistas a cargo de la restauradora Patricia Meehan Hermanson trabajan los mascarones del Edificio A1 de Kohunlich, del en el Templo de los Mascarones, donde limpian y hacen diversos trabajos para preservarlos.

Los especialistas tratan de devolverle su esplendor al Tempo de los Mascarones descubierto hace más de 61 años por el arqueólogo Víctor Segovia Pinto.

Los especialistas trabajan los mascarones del Edificio A1 de Kohunlich, que representan uno de los grandes retos de restauración debido a las características de los materiales con que fueron elaborados y al clima del sur de Quintana Roo.

El titular del Centro INAH Quintana Roo, Margarito Molina Rendón, a cargo de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del Instituto Nacional de Antropología e Historia, impulsa el proyecto de la restauradora Patricia Meehan Hermanson que realiza una temporada de campo para mitigar el deterioro de esos rostros mitificados de la cultura maya, creados hace más de mil años.

Inscritos en los trabajos arqueológicos de Kohunlich, los cuales encabeza la experta Sandra Balanzario, de 2018 a 2019 se realizaron algunas supervisiones al estado de preservación de los cinco mascarones, determinando que su deterioro avanza de forma dinámica.

Con la base documental y recursos devengados de un seguro, gestionados por el Centro INAH Quintana Roo, desde hace un mes Patricia Meehan y sus colegas Gabriel Severiano Flores, Alejandra Candela del Liñán, Karla Martínez López, Viridiana Sánchez Ramírez e Inés de Ángel Mejía han puesto manos a la obra en el Templo de los Mascarones.

Con miras a constituir un proyecto de intervención integral y activo, no solo emergente, los restauradores se concentran en los mascarones 2, 3 y 4 sur del Edificio A1.

La intervención directa comenzó con tareas de limpieza y siguió con el fijado de escamas que han proliferado en zonas con estuco original, mediante morteros a base cal y en las muy pequeñas se aplicaron de manera puntual metilcelulosa, un adhesivo neutro.

El equipo sustituye morteros de sacrificio que mitigan la disgregación de los materiales constitutivos de los mascarones, problema ocasionado por la migración y cristalización de sales.

Patricia Meehan explicó que los cinco mascarones recubren los cuerpos del basamento de la fachada oeste, decorando el frente en los costados de la escalinata, que sus dimensiones varían y disminuyen conforme se asciende por los peldaños, oscilando de los 2.5 a 3 metros de altura y 3 y 4 m de largo.

El talud del basamento estuvo concebido para recibir los mascarones, es decir, las esculturas están integradas a la arquitectura y fueron recubiertas con estuco, que es una argamasa de cal con cargas de arena y sascab (un producto derivado de la intemperización de rocas calizas), además de la presencia de carbón resultado de la fabricación de la cal.

La experta dijo que resulta interesante ver que los rostros que constituyen el área central de los mascarones fueron modelados in situ, las decoraciones laterales fueron modeladas aparte y adheridas posteriormente, como ya han descrito estudios dedicados a su tecnología, entre ellos, los realizados por la restauradora Sandra Zetina Ocaña.

De acuerdo con la especialista, en los mascarones de Kohunlich “se da cita una dinámica compleja que involucra las condiciones climáticas, además de la humedad condensada en la superficie de la construcción y por los pozos de saqueo que tiempo atrás se excavaron de forma ilícita”.

La consolidación del Edificio A1, durante el proyecto que dirigió el doctor Enrique Nalda, “implicó que toda esa humedad nucleada comenzara a evaporarse buscando los frentes más suaves y porosos, los cuales corresponden al área de los mascarones”.

A eso factores se añadió el cambio brusco de las condiciones en las que permanecieron ocultos por siglos los mascarones, tras su descubrimiento y liberación hace 61 años.

Así empezó una carrera a contrarreloj para su mantenimiento, convirtiéndose en una verdadera escuela de conservación en la cual fueron vertiéndose los materiales y metodologías más avanzados para cada época.

Eso implicó en su momento el uso de polímeros sintéticos como el Paraloid B72 y silicato de etilo, que resultaron contraproducentes a largo plazo, al igual que el cemento utilizado en las intervenciones arquitectónicas y en resanes de los mascarones.

Meehan no descarta que el deterioro de los mascarones se haya potenciado en los últimos dos años por efecto del cambio climático, entre otras causas que pueden involucrar las cualidades originales del estuco.

Por eso, sin desdeñar la utilidad de intervenciones previas, desde la CNCPC se plantea un proyecto que logre un impacto real en la conservación a largo plazo de los mascarones de Kohunlich.- Martha López Huan