SANTA CRUZ DE TENERIFE, lunes 02/08/21 (EFE).— En comparación con la música clásica, la electrónica y la folclórica, el reguetón origina mayor activación en las regiones del cerebro encargadas de procesar los sonidos y el movimiento, según un estudio de investigadores canarios.

La neurociencia de la música ha llamado la atención últimamente, pero el efecto del estilo musical en las regiones cerebrales auditivas-motoras no ha sido explorado, dice Jesús Martín-Fernández, neurocirujano del Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria en Santa Cruz de Tenerife y autor de una tesis doctoral que dio lugar al trabajo.

El proyecto surgió cuando le dijo a su colega Julio Plata que quería hacer la tesis doctoral y éste, que posteriormente la dirigió, le sugirió unir “mis pasiones: el cerebro y la música”.

Para la investigación se seleccionó a 28 personas sin formación musical, gustos variados y una edad promedio de 26 años.

En el estudio, que se realizó en el centro de investigación Imetisa, anexo al Hospital Universitario de Canarias, primero se hicieron pruebas de oído para analizar las capacidades de discriminar melodías y frases rítmicas.

Se realizaron resonancias magnéticas funcionales mientras los participantes escuchaban varios estilos musicales instrumentales.

Las composiciones utilizadas fueron “Shaky” de Daddy Yankee, “Ginza” de J Balvin, “Passion” de Alberto Feria, “L’amour toujours” de Dzeko, el Concierto en Mi menor de Vivaldi, “Minué de los aires en Re” de Luis Cobiella, folías portuguesas y malagueñas canarias.

Los investigadores analizaron anatómicamente el cerebro de cada participante y la señal BOLD, que consiste en ver qué áreas del cerebro reclutan oxígeno (lo que sucede cuando se activan).

La razón de eliminar la letra de las composiciones es “porque pretendíamos estudiar de la forma más pura posible el procesamiento de la música, y el lenguaje podría (al emplear otras vías neurales) mostrarnos activación cerebral que no es específica de la música”.

Y fue el reguetón el que produjo mayor activación en las regiones del cerebro encargadas de procesar los sonidos (áreas auditivas) y el movimiento (áreas motoras), diferencias que fueron mayores cuando se compararon con la música clásica.

La electrónica también mostró una mayor activación de las regiones motoras, pero significativamente menor que el reguetón “y lo que más nos llamó la atención fue la activación de una región primitiva del cerebro: los ganglios basales”.

Son grupos de neuronas en zonas profundas del cerebro que se encargan de modular la postura, de comenzar y finalizar un movimiento, además de estar involucrados en el sistema de recompensa o placer.

En los ganglios basales se encuentra el origen de enfermedades degenerativas como el Parkinson, en las que la degeneración progresiva hace disminuir la dopamina, lo que en última instancia altera el movimiento.

La mayor activación producida por el reguetón significa que hay más regiones cerebrales auditivas y motoras que se activan y por lo tanto una mayor maquinaria procesando la música.

La activación tan significativa en las áreas encargadas del movimiento podría deberse “a la generación de un pulso interno dentro de nosotros al tratar de adivinar cuándo viene el siguiente pulso; es como si el reguetón, con ese ritmo peculiar y repetitivo, nos preparara para el movimiento, para bailar solo con escucharlo”.

Subraya Jesús Martín-Fernández que el reguetón no siempre emplea acordes más básicos que otros estilos, pero sí los usa de forma predecible, además de tener un ritmo que no varía a lo largo de la canción.

La música clásica es mucho más compleja, con mayor variedad tímbrica, melódica y un ritmo mucho menos marcado y predecible.

Con estos resultados se abre una puerta a investigar más sobre la música y su procesamiento en el cerebro, además de cómo afecta a pacientes de Parkinson.