ROMA, miércoles 28/07/21 (EFE).— Cientos de personas protestaron ayer en esta ciudad contra la obligación en Italia de presentar el certificado sanitario del coronavirus para ciertos servicios, como por ejemplo consumir dentro de bares y restaurantes o ir al cine.
Los detractores de esta medida se organizaron y llevan varios días manifestándose en distintos puntos de Italia, y ayer martes tocó el centro de la capital.
La Jefatura de Policía decidió cambiar de lugar la protesta para evitar aglomeraciones y optó por la Plaza del Popolo, más amplia que la elegida en un primer momento, la de Montecitorio, ante el Parlamento.
Así, cientos de personas se dieron cita en la plaza para arremeter contra la decisión del gobierno del primer ministro italiano, Mario Draghi, aunque fueron muchas menos de las miles que los organizadores habían estimado.
La manifestación fue convocada por el movimiento “Io Apro”, de hosteleros contrarios a las restricciones, pero también contó con la presencia de seguidores de la organización neofascista CasaPound.
El certificado sanitario, válido desde la primera dosis de la vacuna contra el coronavirus, será necesario desde el 6 de agosto próximo para entrar en bares, restaurantes, cines, teatros, gimnasios o grandes eventos, y finalmente no se pedirá en el trabajo o en los transportes públicos.
El documento estipula si se está vacunado, si se ha pasado la enfermedad o si se tiene una prueba negativa.
Desde la política, las protestas contra esta medida han sido alentadas por Giorgia Meloni, la líder de la ultraderechista Hermanos de Italia, el único partido que hace oposición al gobierno de unidad nacional que lidera Draghi desde febrero pasado.
Meloni considera la obligación del “pasaporte sanitario” un ataque a las libertades y al Estado de Derecho y la “antesala de una sociedad orwelliana” en la que los individuos están controlados.
Pero dentro del Ejecutivo también ha habido tensiones acerca del tema de la vacunación. El socio de la coalición, el ultraderechista Matteo Salvini, defiende que los jóvenes no debían recibir la vacuna, una postura rechazada públicamente por Draghi, que dijo que “instar a no vacunarse es un llamamiento a morir”.