JERUSALÉN, martes 20/07/21 (EFE).— La empresa israelí NSO Group calificó de “endeble” la investigación que implica a su software Pegasus en el espionaje de activistas, políticos y nombres destacados, incluidos del entorno cercano al periodista saudí Jamal Khashoggi.

Preguntada por EFE por los gobiernos a los ha sido vendido este software, un vocero remitió al comunicado oficial, publicado anteayer domingo, en el que rechaza la información obtenida por Forbidden Stories y Amnistía Internacional (AI), y difundida anteayer por el “Washington Post”.

Según esta investigación, al menos 37 contactos, de una lista de 50,000 celulares, fueron infiltrados con el programa de software, y este habría alcanzado a periodistas, defensores de derechos humanos y políticos de países como México, India, Hungría y Marruecos. Mil contactos habrían sido identificados, entre ellos, 65 altos cargos de empresas, 85 activistas de derechos humanos, 189 periodistas y más de 600 políticos, incluidos jefes de Estado y de gobierno.

“Los editores decidieron seguir adelante con esta historia, incluso después de que quedó claro que sus fuentes no identificadas los habían engañado, probablemente intencionalmente”, cargó la empresa contra la información publicada.

“The Washington Post” y los otros medios no han podido averiguar cuál era exactamente el objetivo de la lista de 50,000 nombres, ni el origen del listado y cuántos fueron objeto de espionaje.

“Como NSO ha dicho anteriormente, nuestra tecnología no se asoció de ninguna manera con el atroz asesinato de Jamal Khashoggi. Podemos confirmar que nuestra tecnología no se utilizó para escuchar, monitorear, rastrear o recopilar información sobre él o los miembros de su familia mencionados en su consulta”, indicó en la nota.

La empresa ha sido señalada en anteriores ocasiones por vender el sowftware espía a países con déficit democrático y algunos diputados israelíes intentaron en 2016 prohibir legalmente los permisos de exportación para el grupo NSO.

En 2019, Pegasus fue acusado de facilitar el espionaje a 1,400 personas, entre ellas varios políticos catalanes, aprovechando una vulnerabilidad de WhatsApp para infiltrarse en los teléfonos.