BAJDIDA, Irak, domingo, 07/03/21.- Este domingo, último día de la visita del papa Francisco a Irak, a donde llegó el viernes pasado, rezó por las víctimas de las guerras en Mosul, símbolo del horror yihadista, donde clamó para que, más allá de las creencias religiosas, se pueda vivir en armonía y en paz.

En la plaza de Hosh al Bieaa, donde habían cuatro iglesias cristianas antes de que el Estado Islámico (EI) arrasara la ciudad, el papa Francisco comenzó su oración: “Si Dios es el Dios de la vida, y lo es, a nosotros no nos es lícito matar a los hermanos en su nombre”.

El pontífice continuó: “si Dios es el Dios de la paz, y lo es, a nosotros no nos es lícito hacer la guerra en su nombre. Si Dios es el Dios del amor, y lo es, a nosotros no nos es lícito odiar a los hermanos”.

Ante la destrucción causada durante los años en los que el EI convirtió Mosul en la capital en Irak de su autoproclamado “califato“, el papa Francisco concluyó implorando el perdón de Dios por todo lo que ocurrió, mientras le confiaba “las numerosas víctimas del odio del hombre contra el hombre.”

Sólo con la paz y con la reconciliación “esta ciudad y este país se podrán reconstruir, y se logrará sanar los corazones destrozados de dolor“, dijo.

Al respecto, el pontífice, escuchó algunos testimonios de las atrocidades cometidas en Mosul durante la invasión del EI, que ocasionó el éxodo de cerca de 500,000 personas, 120,000 de ellas cristianos.

Lamentó “la trágica disminución de los cristianos“, en Irak y en todo Medio Oriente, que calificó como “un daño incalculable, no sólo para las personas y las comunidades afectadas, sino para la misma sociedad que dejan atrás”.

En 2013 había unos 1.4 millones de cristianos en el país y actualmente oscilan entre 200,000 y 300,000. Sólo el 50 % de los que huyeron durante la invasión yihadista han vuelto a sus casas en Irak.

“Aquí en Mosul las trágicas consecuencias de la guerra y de la hostilidad son demasiado evidentes. Es cruel que este país, cuna de la Civilización, haya sido golpeado por una tempestad tan deshumana, con antiguos lugares de culto destruidos y miles y miles de personas, musulmanes, cristianos, yazidíes y otros, desalojadas por la fuerza o asesinadas“, afirmó.

Y desde este lugar, que se ha convertido en el símbolo del horror del terrorismo, exclamó “que la fraternidad es más fuerte que el fratricidio, la esperanza es más fuerte que la muerte, la paz es más fuerte que la guerra”.