CIUDAD DE MÉXICO , miércoles 27/01/21 (EFE).— México rebasó ya los 150,000 muertos por Covid-19 con una pandemia desatada que ha desbordado los hospitales de la capital y que ha contagiado incluso al presidente Andrés Manuel López Obrador.

Mientras, el gobierno intenta combatir la crisis con un plan de vacunación que avanza a paso lento.

Tras las fiestas de Navidad y Año Nuevo, el país ya ha superado con creces su anterior pico de julio y ya acumula 1.77 millones de casos tras una semana con récords diarios de contagios y de fallecimientos.

El virus azota con especial fuerza a la capital del país, que a pesar de haber cerrado toda la economía no esencial durante la temporada navideña no ha podido frenar el disparo de contagios, que ha llevado al borde de la saturación a los hospitales, donde están ocupadas el 89% de las camas de atención general y el 85% de los ventiladores de respiración asistida para enfermos críticos.

“Aún no le dan (a mi padre) una cama por la situación de saturación. Estamos en espera y, primeramente Dios, tendrá lugar”, confió Omar Alexis Ramírez, una de las 40 personas que esperan afuera del Hospital La Raza para recibir información sobre sus familiares.

El padre de Omar Alexis, de 55 años, fue internado grave en este centro médico hace tres días, pero todavía no le han podido asignar una cama, por lo que su hijo entregó ayer al hospital una bolsa con papel de baño, jabón, pasta dental, una toalla y chanclas para su uso.

Al lado está Norma Ruiz, quien desde hace ocho días se desplaza a diario en transporte público por una hora y 40 minutos hasta llegar al hospital, donde está ingresado su sobrino, de 15 años, con cáncer y quien al parecer se contagió de Covid-19 en este mismo centro médico cuando recibía tratamiento oncológico.

Angustiante

“La verdad es muy complicado, está la angustia, hace unos días nos hablaron de que teníamos que estar temprano porque le iban a hacer un tratamiento. No poder hablar con él es muy desesperante”, dijo a EFE.

Y es en las puertas de los hospitales donde muchos conocieron el domingo la noticia de que el presidente López Obrador, de 67 años e hipertenso, dio positivo a Covid-19 tras una gira por el norte del país.

El Covid-19 “no sabe de sexo, edad o estatus social. Deseamos de todo corazón que (el presidente) se mejore y a todas las personas que están aquí. Oramos por ellos”, dijo Omar Alexis.

Ante este panorama, la mayor esperanza está depositada en la vacuna anti-Covid, cuya aplicación en México fue pionera en América Latina el pasado 24 de diciembre, pero avanza a paso lento tras varios retrasos en los envíos de la farmacéutica Pfizer.

Hasta ayer se habían suministrado 624,000 vacunas, pero solo 28,700 personas han recibido las dos dosis necesarias de Pfizer, cuando el gobierno tenía previsto haber vacunado en enero al millón de trabajadores sanitarios del país.

Desde su confinamiento y en busca de un impulso a las vacunaciones, López Obrador llamó el lunes a su homólogo ruso, Vladimir Putin, con quien cerró la compra de 24 millones de dosis de la vacuna Sputnik V para los próximos dos meses. El gobierno federal anunció ayer que la próxima semana llegará un primer cargamento con 200,000 dosis.

Sin embargo, el uso de la vacuna rusa aún no está autorizado por la Cofepris, pese a que Hugo López-Gatell, estratega contra el Covid, estuvo recientemente en Argentina dando seguimiento a la aplicación del antígeno.