MÉRIDA, Yucatán, lunes 07/09/20.- Senderos ecológicos que rodean sitios prehispánicos, tres lagunas que guardan en su interior peces endémicos de la Península de Yucatán, aves, monos, tigrillos y otras especies de peculiar belleza se esconden en Beel Aakalché, una joya ecoarqueológica que se ubica en El Cedral, municipio de Lázaro Cárdenas, Quintana Roo.
La zona, que cautiva por la virginidad de su selva y la presencia de varias especies de primates, es la esperanza de los ejidatarios de la sociedad cooperativa Beel Aakalché (en lengua maya significa “Senderos de laguna rodeada de árboles) que dirige don Felipe Dzib Bacab.
Durante un recorrido por las 10 hectáreas del lugar, que hace muchos años perteneció a Yucatán y con una guerra entre indígenas se intercambió a Quintana Roo, los anfitriones informaron que el objetivo es convertir Beel Aakalché en un rincón turístico.
—Actualmente estamos adecuando el lugar para recibir a visitantes de la Península de Yucatán, México, Europa, Asía y Latinoamérica —indicó don Felipe.
Acompañado de don Lucio Loría Cen y don Lorenzo Poot y Tun, dos de 37 socios de la cooperativa que comenzó con 52 personas, dijo que la propiedad es del ejido El Cedral, “pero tenemos un usufructo de 30 años y vamos a trabajar por el sustento familiar”.
Con la esperanza a cuestas, confían en que legarán muchos visitantes, “porque tenemos mucho que ofrecer: paseos por los senderos, nado en tres lagunas, cabotaje, avistamiento de aves, monos, tigrillos y sitios prehispánicos que aún están en investigación para conocer en qué periodo floreció”.
El visitante podrá recorrer dos kilómetros de senderos ecológicos, “será el paseo perfecto para los amantes de la naturaleza, porque además, conocerán árboles legendarios, como La tinta, cuyos frutos servían a los españoles para crear tinta y escribir sus cartas y libros”.
Los ejidatarios comentaron que el proyecto comenzó hace dos años, con capacitación, limpieza, construcción de un restaurante y baños ecológicos, muelles, permisos y 10 canoas.
—Recibimos apoyo del Gobierno Federal, pero todo se trancó de tajo por la pandemia —explicaron, mientras se detenían para mostrar un chultún que los antiguos mayas usaban para recolectar agua de lluvia.
Al recorrido se unieron el comisario ejidal de El Cedral, Aurelio Requena Dzib, y el socio Aurelio Chan Ek, quienes hablaron del atractivo mayor: el encuentro con primates de diversas especies.
Con orgullo, los ejidatarios revelaron que desde niños conocían el lugar, “todo fue cambiando, estaba más espesa la vegetación, ahora lo vemos más hermoso”.
Con apoyo de un arqueólogo pronto determinarán la antigüedad y periodo del sitio prehispánico, “todavía no se sabe de qué año son, ni el período, porque no hay mucha información”.
Martha López Huan.-