AUSTRALIA, lunes 13/01/20.- Las autoridades de Australia arrojaron miles de zanahorias desde helicópteros para los animales que están en las zonas afectadas por la ola de incendios, informó Matt Kean, el ministro de Medioambiente de Nueva Gales del Sur.

En un vídeo que se compartió en redes sociales, se observa a los trabajadores subiendo varios contenedores con zanahorias a un helicóptero, que después las arroja desde lo alto. Incluso circulan imágenes de algunos animales disfrutando del alimento.

Más de mil millones de animales ya perdieron la vida por los incendios forestales que sacuden desde hace meses al país.

Un investigador italiano determinó las causas del incendio, por qué no se pueden apagar y qué tiene que ver con el cambio climático.

Entre las noticias más comentadas de las últimas semanas están los incendios en Australia. Como en el caso de los incendios en el Amazonas el verano pasado, también se discutió mucho la forma en que algunos medios abordaron el tema, en algunos casos diseminando información incorrecta.

Giorgio Vacchiano, investigador en silvicultura y planificación forestal de la Universidad de Milán (autor del ensayo “La resiliencia del bosco”), explica puntualmente los incendios, sus causas y efectos, la dificultad de apagarlos y cómo el cambio climático juega un papel determinante en la situación actual.

En primer lugar, explica que los incendios abarcan aproximadamente ocho millones de hectáreas entre Nueva Gales del Sur, Victoria, Australia del Sur y Queensland desde octubre, una superficie dos veces mayor que la de los incendios de 2019 en Siberia y el Amazonas combinados.

En cuatro años, en el último medio siglo, la superficie quemada en Nueva Gales del Sur ha excedido un millón de hectáreas, y hoy casi alcanza el doble del segundo año más dramático (1974, con 3.5 millones de hectáreas consumidas).

Australia tiene 769 millones de hectáreas, por lo que no puede decir que se está “quemando un continente”; además, en las sabanas del centro-norte, en promedio, cada año se queman 38 millones de hectáreas de praderas (20 por ciento del total) en la estación seca, de abril a noviembre. Sin embargo, es un ecosistema completamente diferente de lo que ahora está en llamas.

Lo que se ha quemado son principalmente bosques de eucaliptos y arbustos, una sabana semiárida con árboles bajos, densos o dispersos, hechos principalmente de hierbas y arbustos y similares al matorral mediterráneo.

Es una vegetación que nació para arder: el clima del centro de Australia ha sido muy árido en los últimos 100 millones de años, y los incendios causados por los rayos son tan frecuentes que obligan a las plantas a evolucionar para que se quemen, pues si por un lado el fuego destruye la vegetación existente, por otro abre nuevos espacios para que las plantas se reproduzcan y renueven.

Los incendios más grandes tienden a ser causados por rayos, ya que afectan las áreas más remotas y deshabitadas, donde es menos probable que lleguen las actividades humanas.

Según Ross Bradstock, de la Universidad de Wollongong, un solo incendio causado por un rayo (Gospers Mountain Fire) ya ha cubierto más de 500 mil hectáreas de arbustos desde octubre, y podría ser el incendio más grande jamás registrado en el mundo.

Una ola de calor terrestre y marino registró temperaturas récord en diciembre (42 grados Celsius promedio nacional, con picos de 49 grados), mientras que la sequía lleva ya dos años. Cuando el aire es cálido y seco, la vegetación pierde agua rápidamente por evaporación y se seca.

Lo que propaga las llamas es el viento, que empuja el aire caliente generado por la llama hacia las plantas cercanas. Normalmente, los incendios más grandes ocurren en días muy ventosos.

Para extinguir un incendio es necesario eliminar el combustible. El agua y el retardador lanzado por los vehículos aéreos solo ralentizan la combustión, pero para eliminar el combustible se necesitan equipos de tierra.

Los incendios intensos de dosel, como los de Australia, pueden generar llamas de decenas de metros de altura, avanzar a velocidades superiores a diez kilómetros por hora y desarrollar una potencia de cien mil kW por metro al frente. Los equipos de tierra no pueden operar de manera segura a una intensidad de cuatro mil kW por metro.

AGENCIAS