MÉRIDA, Yucatán, 28/08/18.- Tambores de diversos tipos, maracas, sonajas y flautas forman parte del catálogo de cinco mil piezas de instrumentos musicales mayas a cargo del joven Santiago Alberto Sobrino Fernández, quien trabaja con la doctora Galina Ershova, directora del Centro de Epigrafía Maya Yuri Knorosov de Mérida, sobre el desciframiento de la escritura maya.

El proyecto se denomina “Perspectivas sobre la sistematización de la música maya”, pero además, en forma paralela realizamos un análisis iconográfico de los instrumentos musicales que se observan en los Códices de Dresde y Madrid, así como en zonas arqueológicas de la Península de Yucatán –agregó.

En entrevista exclusiva a su llegada de Guatemala, el joven estudiante de Arqueología de la Universidad Autónoma de Yucatán, dijo que en dos de los Códices encontrados en Yucatán, “la ejecución de los instrumentos mayas se encuentra íntimamente ligada a eventos calendáricos o representando la predicción de un suceso”.

En el Códice de París no hay evidencia de instrumentos musicales, “ni en el Grolier, un supuesto Códice apócrifo que actualmente se encuentra en disputa”.

El joven yucateco explicó que investiga los patrones acústicos de los instrumentos musicales en la cultura maya, “aunque no hay evidencia de algún sistema escrito creado particularmente para la ejecución musical”.

Santiago Sobrino precisó que en los Códices de Dresde y Madrid se ven reflejados “tambores de diversos tipos, maracas, sonajas y en un evento particular que es la decapitación del Dios del Maíz encontramos a un personaje ejecutando una flauta”.

De acuerdo con su investigación, no se tienen registros en el área maya de un sistema escrito similar a las partituras actuales, “ni se trata de conservar el orden de los sonidos de una canción o algo por el estilo”.

Los Códices mayas no fueron hechos con el fin de expresar la música, “pero podemos ver la ejecución de los instrumentos en algunas partes, así como en algunas zonas arqueológicas, como en Santa Rita Corozal (al norte de Belice, en la zona media de la Península de Yucatán) que muestra a una extraña deidad tocando un tambor con una calavera”.

En un mural de Chichén Itzá se pueden observar varios instrumentistas tocando algo como unas trompetas extrañas, similares a la de barro que apareció en la isla de Jaina (centro ceremonial maya hallado en Campeche)“, reveló el universitario que en breve obtendrá su título de arqueólogo.

En las zonas arqueológicas de Dzibilchaltún y en X´Cambó, al norte de Yucatán, hay evidencia de varias flautas, “espero que algún día pueda publicar en un libro toda la información que hay sobre los instrumentos y la música en la cultura maya”.

Agregó que en los Códices de Dresde y Madrid aparecen representados varios instrumentos “y en las vasijas tipo códice, pero no tenemos evidencia de un sistema de música como tal”.

Santiago Sobrino Fernández aclaró que no es la primera persona que trabaja en la investigación sobre la música maya, “de hecho, actualmente hay un intenso debate sobre si podríamos llamarle música maya, porque no existe un registro físico o escrito de la musical tal y como se conoce en la sociedad Occidental”.

Sin embargo, gracias a los cinco mil instrumentos hallados en las zonas arqueológicas de Guatemala, los representados en los Códices de Yucatán y en algunas vasijas, investigadores como la doctora Francisca Zalaquett Rock o Matías Stöckli reconstruir desde un ámbito histórico lo que pudo ser el paisaje sonoro que predominó en el área maya durante la época prehispánica.

En mi caso, trabajamos con las propiedades acústicas de los instrumentos, midiéndolos a través de mecanismos que nos permitan conocer la frecuencia de onda y la variación que existe entre los tambores, maracas, sonajas y flautas”, explicó Santiago Sobrino Fernández.

La meta del joven universitario es saber si existe una correlación entre esos instrumentos y si tienden a una variación estándar, “que sería como una escala musical o varias que se encuentran en el área maya”.

Algunos de los artefactos que tiene en su colección son instrumentos aerófonos hechos de barro, de viento que tienen cierta familiaridad emparentados con las flautas, “pero que a la vez cuentan con sistemas de modulación y generación de modulación de sonidos, muy propios y particulares que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo”.

Los instrumentos necesitan su propia clasificación “y estamos trabajando en eso con otras investigaciones en las cuales se presentan como elementos globulares, triglobulares y otros nombres con los que los podemos identificar porque son únicos de la región maya”.

Sobre su viaje a Guatemala, reveló que sigue trabajando en el registro de instrumentos musicales para determinar un modelo metodológico, “y completar los datos de la colección que tenemos en el catálogo a fin de conocer más sobre los secretos que guardan esos instrumentos y sus características acústicas”.

El estudiante de Arqueología de la Universidad Autónoma de Yucatán recordó su historia, “fue un poco graciosa, porque en la primera temporada de campo que pasé en Guatemala estaba dispuesto a estudiar elementos iconográficos en figurillas de cerámica, pero no me aceptaron en el Congreso de Investigaciones”.

Entonces, la doctora Galina Ershova le propuso trabajar con instrumentos musicales, “fue un verdadero reto, porque no conocía casi nada sobre Eco-arqueo-acústica, un tema bastante nuevo, difícil de abordar, pero nos pusimos a trabajar y resultó un gran proyecto”, agregó el joven quien se considera un apasionado de la cultura maya.

Este es el tercer año consecutivo que trabaja al lado de la doctora Galina Ershova, “es un honor, jamás imaginé tener una oportunidad así, siempre había leído sus trabajos y los del doctor Yuri Knorosov sobre el desciframiento de la escritura maya cuando estaba en la preparatoria y de alguna manera me inspiraron a tomar la carrera de Arqueología”.

El joven reiteró que es un apasionado de la cultura maya, “es complicado hablar de lo complejo y grande que fue en su momento, aún tenemos muchas preguntas que surgen cuando vamos a las zonas arqueológicas y nos deja sin sueño porque deseamos seguir estudiando y conocer más para despejar nuestras dudas”.

MARTHA LÓPEZ HUAN