MÉRIDA.- Mario Rebolledo Vieyra fue sentenciado a dos años ocho meses y un día de cárcel, por el delito de abuso sexual, que cometió en contra de su hija, porque la que sometía a prácticas de índole erótica no propias de una niña.

Durante la audiencia de lectura y explicación de sentencia, en un procedimiento abreviado, por la juez de control Blanca Beatriz Bonilla González también le impuso la pérdida de los derechos de familia; el pago de la reparación del daño moral por la cantidad de 20 mil pesos; la reparación del daño material por 56,586 pesos, y si hubiera alguna cantidad de más a cubrir deberá ventilarse ante el juez de ejecución de sentencia mediante el trámite correspondiente.

A Mario Rebolledo, investigador del Centro de Investigación Científica de Yucatán (Cicy) Se le prohibió acercarse a la víctima; se le amonestó públicamente, y le suspendieron sus derechos políticos, pero tiene derecho a la sustitución de sanciones.

Sin el propósito de llegar a la cópula, ejecutaba en su hija actos lascivos, pues la desvestía y pasaba la lengua sobre la vagina, al igual que le frotaba el pene, etc.

El 4 de diciembre del 2014, a las 5 de la mañana, la mamá de la niña escuchó un ruido como si se hubiera abierto la cerradura de la puerta de miriñaque que separa la escalera de los cuartos y salió para ver quién era, percatándose que era su esposo; le preguntó qué pasaba y el contestó que se le habían olvidado las llaves de su vehículo.

Vio a su marido entrar al cuarto de su hija y luego escuchó el llanto de la menor y al ir a ver lo que le pasaba notó que no tenía pijama y ropa interior, de modo que le preguntó qué le había ocurrido, pero la niña se encerró en sí misma.

El 7 de diciembre del mismo año, cuando la mamá bañaba a la menor y le lavaba los genitales, la infante le dijo que le dolía la vagina; de modo que le preguntó si alguien la toca y la menor dijo que sí, pero no dijo quien.

La menor comenzó a presentar conductas extrañas, pues despertaba llorando por las noches y pedía a su madre, de la cual no quería separarse; andaba temerosa, lloraba con facilidad y otras veces se portaba uraña.

Profesionales en psicología concluyeron y coincidieron en que la menor ha vivido una situación emocionalmente traumática cuya naturaleza muestra ser de carácter sexual proveniente de la figura del padre.