CIUDAD DE MÉXICO.- El Alzheimer continúa siendo una de las grandes incógnitas de la ciencia. En la actualidad, los especialistas explican que la lucha contra esta patología requiere de una combinación de terapias, a expensas de la condición específica de cada persona. La mejor solución, como para cada enfermedad, es la prevención.

La detección temprana favorece a ensayos clínicos que permiten que el proceso sea más llevadero, mejoran la calidad de vida del paciente. Por ello es fundamental prestar atención a los indicadores que se presenten. El principal es la pérdida de memoria. Pero los indicios pueden adquirir otras formas.

Uno de las principales señales es la apatía, de acuerdo a la neuróloga Dorene Rentz, de la Escuela de Medicina de Harvard. Es factible que los afectados se acobijen en su entorno más cercano y comiencen a distanciarse cada vez más de ciertas actividades sociales a la que antes estaban mayormente acostumbrados. Esta reticencia se materializa en una creciente sensación de indiferencia, “incluso en etapas muy tempranas de la enfermedad”, dijo la especialista.

La segunda indicación refiere al aspecto físico, cambios en la higiene y en la apariencia personal, derivada de la apatía. Algunas personas pueden usar la misma ropa durante varios días o no cuidar el peinado. Para Rentz, esta dejadez no significa siempre olvido. El rol del entorno familiar juega un papel crucial par darse cuenta de las modificaciones en la rutina. “Las pruebas clínicas no recogen los cambios de comportamiento. Sino que una familia lo hace”.

El tercer signo es la ansiedad. La manifestación de estar permanentemente desinformado puede ser un encubrimiento del olvido. La especialista acota que podría suceder, por ejemplo, cuando en vacaciones hablan del itinerario a la mañana y horas después no recuerdan. También parece haber una relación entre los tipos de demencias y la depresión, aunque no está claro cuál es reacción y consecuencia de la otra.

Por último, los problemas de la vista. “El procesamiento visual posterior del cerebro se deteriora más rápido en las formas específicas de la enfermedad de Alzheimer”, dijo Rentz. Es posible que estos cambios cerebrales también pueden dar lugar a disminuciones en el olfato o el oído.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que en el mundo hay unos 47,5 millones de personas que padecen demencia, y que cada año se suman otros 7,7 millones. En Argentina, las estimaciones registran 500 mil enfermos por deterioro cognitivo y demencia. Los profesionales anuncian también al círculo íntimo del paciente, por lo que la cifra engloba a más de dos millones de argentinos.

INFOBAE.-