MÉRIDA.-  Un caso más de asesinato a manos de jóvenes que se dedican a la prostitución en bares y centros nocturnos ha sacudido a la sociedad yucateca, en este caso dos muchachos extranjeros, de Guatemala, sin oficio ni beneficio que delinquían en la ciudad y ninguna autoridad ni Migración los molestaron.

Ahora fue el infortunado caso del joven Rafael Aristi Gasque, un joven alegre, carismático, y humilde, como describen sus amigos cercanos, quien fue asesinado el sábado cinco de noviembre, para después ser arrojado en un terreno baldío, ubicado en la calle 25 entre 40-B y 42 de la colonia Roma.

La historia del joven parecía no tener un buen fin y era cuestión de tiempo que terminará mal, pues se platica que Aristi Gasque tenía varios vicios, entre los que estaba el alcohol, las drogas, y el sexo con jóvenes desconocidos.

Aristi Gasque falleció a los 30 años de edad, de una manera sangrienta y poco humana, pues sus agresores Jesús Enrique Magaña Flores y Yelson Alejandro Pineda Morales, de origen guatelmalteco, no tuvieron compasión de él, lo golpearon salvajemente hasta dejarlo inconsciente, para posteriormente darle un golpe contundente en la cabeza y rostro, que le fracturó el cráneo, perdiendo la vida instantáneamente.

La vida de estos dos sujetos inmigrantes se puede resumir en vividores, que se la pasaban en conocidos bares gay, en busca de dinero fácil: tener relaciones sexuales a cambio de dinero y el robo y asalto.

Jesús Enrique y Yelson Alejandro le ofrecieron sus servicios sexuales a cambio de dinero, con el hoy occiso, de modo que este accedió, haciendo caso omiso a las advertencias de las personas que lo acompañaban ese día, así como del personal del bar PK2, lugar que solía ir frecuentemente.

Personas  cercanas a Rafael Aristi lo describen como un ser humano que no tenía problemas con nadie, amigable, social y humilde, dedicado al ejercicio, que le gustaba viajar y fiestero.

Hoy este crimen, que nada tiene que ver con el “odio” como dicen algunos despistados, ha llamado la atención en Yucatán, y se preguntan en dónde está la autoridad que debería vigilar a los inmigrantes que llegan al estado y que sólo se dedican a delinquir, a la prostitución y al crimen.

Hace unos días, sin argumento y con sólo odio del que habla, el locutor Marco Mendoza Bastarrachea publicó un vídeo en el cual señala a tres personas, mencionando que por un discurso de odio su amigo había sido asesinado “”A ti Ivette Laviada, a ti Marcia Lara, a ti Abraham Cardeña, a ti Juan Giacoman, quiero decirte que tienes las manos manchadas de sangre, todo por tu discurso de odio, algo fuera de razón y de toda lógica.

Lo más preocupante no es el asesinato, si no las leyes que hoy rigen al estado, pues apenas el siete de noviembre condenaron al primer feminicida de Yucatán a 35 años de prisión, una condena “light”, muy lejos de lo que se esperaba.

Hoy, la familia de este joven se preguntará cuál será el futuro de estos asesinos, que vivían en Mérida del dinero de la prostitución, de los bares que permiten estos actos y las leyes que hoy, en el estado, parecen tener manga ancha.