MÉRIDA.- Pasó de pesar 82 kilos y medio y llevar una talla 44, a sus actuales 60 kilos, peso que le permite meterse en una 36.

Pero el camino hacia la pérdida de tanto peso y una impresionante forma física, no fue precisamente de rosas.

“Perdí a mis gemelos hace casi 11 años y ese día cambió mi vida para siempre”, declara Victoria Szomolanyi, de 31 años, en el rotativo británico ‘The Daily Mail’. Ahora, con el objetivo de servir de ayuda e inspiración para otras personas, ha decidido hacer pública su historia.

Afrontando una terrible tragedia

Szomolanyi estaba de siete meses cuando se puso de parto. Apenas tenía 20 años cuando dio a luz a sus gemelos Mason y Tyler. Lamentablemente, los pequeños llegaron de imprevisto y apenas sobrevivieron 24 horas. “Decidí creer que no estaban destinados a vivir y que todo sucede por una razón”, relata en el mencionado diario, pero superarlo no fue nada fácil.

Tras perder a los gemelos, la joven madre trató de recuperar la normalidad lo antes posible, pero las prisas no fueron la mejor alternativa. “Sabía que tenía que seguir con mi vida cuanto antes. Incluso fui a trabajar apenas tres semanas después de que los niños muriesen buscando alguna distracción”, recuerda Szomolanyi. Sin embargo, la realidad era que su tristeza no mejoraba y cada vez se estaba dejando más, descuidando su alimentación y salud. Tampoco ayudó la inminente ruptura sentimental con el padre de las fallecidas criaturas, momento tras el cual cayó en depresión y comenzó a subir de peso a pasos agigantados.

 “Traté de poner buena cara durante tanto tiempo que, de repente, en agosto de 2014, vi una foto mía en bikini. Aquella fue la gota que colmó el vaso”. Las imágenes de sus vacaciones en Torremolinos apenas unos meses antes, se convirtieron en su punto de inflexión. El fin de aquella vorágine de culpa y pena que le estaba costando la salud.

Torremolinos, punto de partida

“Recuerdo sentir como si estuviese metida en un agujero del que no podía salir. Estaba deprimida y eso no era saludable para mis hijos”. Tan pronto como regresó de las vacaciones en la costa del sol, buscó su vía de escape para salir de aquel terrible hoyo. Y la encontró en el deporte.

Decidida de una vez por todas a cambiar su vida, Szomolanyi se inscribió en la media maratón de Hackney, en el este de Londres, y comenzó una rutina de gimnasia casera intensiva.

En tan sólo ocho meses, consiguió perder 20 kilos, bajó cuatro tallas y esculpió en su vientre una envidiable tableta de abdominales. Y todo, sin poner un pie en el gimnasio.

Entrenamiento casero

Los altos precios de los gimnasios echaron para atrás su idea de apuntarse a clases o contratar un entrenador personal. Pero pronto se dio cuenta de que internet abría un amplio abanico de oportunidades para ponerse en forma en su propia casa.

Tras buscar unos cuantos tutoriales en YouTube, comenzó a hacer ejercicio para tonificar su cuerpo. En poco tiempo bajó de peso y vio cómo su cuerpo sufría una transformación radical, lo que no sólo le animó a continuar con aquella rutina, sino que decidió intensificarla. Flexiones, sentadillas, levantamiento de piernas, abdominales… El dormitorio de Szomolanyi se había convertido en un centro de entrenamiento y su ordenador portátil jugaba el papel de entrenador.

Además, sin dejarse intimidar por las bajas temperaturas ni las lluvias torrenciales, empezó a correr cinco días a la semana. En poco tiempo, la joven era capaz de recorrerse entre cinco y ocho kilómetros. Hoy cuatro días a la semana sale a correr entre 20 minutos y dos horas, y se ha convertido en una asidua de las medias maratones que se convocan en Reino Unido.

Cómo no, desde el primer momento acompañó su entrenamiento físico de un cambio radical en su alimentación: se acabó la comida basura y los procesados. En su nevera sólo hay carnes magras, frutas y verduras, pescados y productos saludables. Como con tantas otras historias similares de superación personal y física, a Szomolanyi le enorgullece haberse convertido en un modelo a seguir para otras personas que quieren mantenerse en forma sin salir de casa ni gastar dinero. De hecho, tal y como relata en la entrevista, tal es su grado de motivación que actualmente se está formando como entrenadora personal para ayudar a todos esos seguidores a lucir un físico como el suyo.

Salvada por el ‘fitness’

“El deporte me mantiene en el buen camino”, asegura Szomolanyi, quien explica que encuentra su motivación diaria para levantarse y ponerse en marcha en sus hijos: “Todo lo que estoy haciendo lo hago también por ellos, quiero ser una ‘fitness mamá’”.

Reconoce conservar la foto que desencadenó su espectacular cambio físico y tenerla siempre a mano, como imagen de fondo de pantalla en su ordenador, para tener siempre presente que nunca volverá a estar así de nuevo: “El ejercicio me ha ayudado a ser mejor persona. Incluso ahora, sufro algunos días de bajón en los que lloro, pero trato de mantener una actitud positiva”.

“Ha sido un largo viaje, pero ahora me siento increíblemente bien. Tengo más confianza en mi misma y quiero servir de inspiración para todas esas personas que están pasando por un momento trágico y hacerles ver que siempre hay una luz al final del túnel”, sea o no en modo de meta de una carrera deportiva.

EL CONFIDENCIAL.-