PROGRESO.- Los esposos Santos Mariano Uicab Uitz y Margely Canché Lira hallaron a mediados de febrero unas cuarenta cruces en un monte que colinda con la playa de Chuburná, lo que les dio miedo pues creen que  ser de casos de brujería o ritos satánicos  que se practican en las playas.

Las cruces son de madera y están sembradas en el monte que colinda con la playa; quedaron al descubierto por la erosión costera.

Los vecinos ignoraban su existencia, pero ahora lo relacionan con la aparición de aves descuartizadas en esa parte de la costa y piensan que los pelícanos a los que les sacaron las tripas y decapitaron, pudo formar parte de un ritual maléfico.

Santos Mariano y Margely, quienes caminaban en la playa con su hijo Ángel Mariano, se asustaron cuando al voltear al sur de la playa hallaron una hilera de cruces, las cuales nunca habían visto.

Los esposos comentaron el caso a sus vecinos y las personas que acudieron a verlas también se asustaron, porque jamás se imaginaron que cerca de la playa hayan sembrado cruces sin tumbas, ya que ese lugar no es un cementerio clandestino ni antiguo.

El lugar en donde hallaron las cruces está a la altura de la calle 9 con 18, a unos 50 metros hay una casa de playa habitada por canadienses y cerca hay otros predios veraniegos.

Al parecer, las cruces fueron sembradas por una secta, pues se lee “Alianza Rosas”, tienen el número 7, están escritos los nombres de Vicente, Inés, Benjamín, Jacinto, Antonio, Pedro, entre otros  y la leyenda “apiádate de ellos” y “padre recíbelos”.

En Chuburná los vecinos señalan que en la zona poniente del puerto  en donde hallaron las cruces de madera, han visto que por las noches llegan  vehículos, pero nadie se atreve a salir de sus casas, se ignora quienes viajan en esas unidades y lo que hacen en la playa.

Chuburná se encuentra alejado de la cabecera municipal y la parte poniente del puerto en donde hallaron las cruces es afectada por la erosión costera, ya que, según los pescadores, en menos de un mes, el mar se “comió” unos diez metros de playa.

En las playas de este puerto, pescadores hallaron un frasco que contenía dos muñecos y la fotografía de un hombre, que estaban envueltas y amarradas, lo que los ribereños lo consideraron como un hechizo que alguna mujer hizo para amarrar a su enamorado.