MÉRIDA.- Luego de las denuncias públicas expuestas en este medio de comunicación, en las que detallamos múltiples irregularidades de varias personas, el Ayuntamiento de Mérida ha recapacitado y tratado de enderezar su camino.

 

Sin embargo, la Comuna no ha hecho nada respecto al caso de Alejandra Flores Bargas, coordinadora del Archivo Histórico y  acusada de hacer lo que quiera, faltar y llegar tarde al trabajo,  debido a que se siente intocable y es arrogante y prepotente, pues se siente influyente y protegida por su jefe José Kantun Kantun (Concho) y de su subdirectora Liliana Bolio Pinelo.

El caso más reciente fue el de Pablo Quiñones Guzmán, quien fue cesado de la jefatura del Departamento de la Juventud luego que diéramos a conocer varias fallas en su desempeño.

El muchacho fue despedido por acumular demasiadas actas administrativas, como indisciplina, impuntualidad, insubordinación, prepotencia, etcétera; la gota que derramó el vaso fue el hecho de haber sido descubierto paseando en la calle en chanclas, short y camisa sport en horario laboral.

Hace meses informamos en exclusiva que fue mandado a vacaciones, a tan sólo mes y medio de haber tomado protesta como titular del departamento de la Juventud, por querer pasarse de listo para ayudar a sus amigos de Acción Juvenil.

Otra decisión municipal basada en nuestras investigaciones periodísticas fue el cambio de adscripción de Anahí López Osorio quien trabajó varios años a lado ni más ni menos que de su esposo Martín Lorenzana Pacheco en la Sala de Regidores del Palacio Municipal, perteneciente a la Secretaría de la Comuna. Hoy laboran en diferentes dependencias y diferentes sedes.

Además, este medio coadyuvó al cambio de área de Mirna Centeno Ceballos, hermana de la funcionaria Yahayra Centeno, quien se la pasaba “orejeando” todo lo que ocurría en la sala de regidores.

Luego de nuestras publicaciones, se decidió enviar a Mirna a las oficinas administrativas de la misma dependencia, donde no tiene trato con la gente porque está enclaustrada; de esta forma la institución busca recuperar un poco la credibilidad ante los ciudadanos quienes sabían perfectamente que todo lo que hacían en la sala de regidores sería registrado para fines políticos.

Más recientemente hablamos del caso del prepotente funcionario Stive Varguez Rizo, quien durante varios meses trató muy mal tanto a los ciudadanos como a sus compañeros del DIF Municipal.

Como castigo fue reubicado en la oficina de Kirbey Herrera en la Dirección de Desarrollo Humano, donde (al igual que Mirna Centeno) ya no atiende a la gente ya que quedó demostrado que “no pudo con el paquete”.