MÉRIDA.- Tu inclinación por maldecir puede ser más benéfico para ti de lo que crees: un estudio reciente de la revista Language Sciences sugiere que mientras más malas palabras utilices, más grande en general es tu vocabulario (y probablemente tu intelecto).

Investigadores del Marist College y del Massachusetts College of Liberal Arts le pidieron a varios voluntarios que dijeran rápidamente muchas palabras de varias categorías, incluidas animales, ‘palabras que empiezan con’ y vulgaridades.

Tanto oralmente, como por escrito, la gente que dijo más groserías, también fue capaz de decir más palabras de las demás categorías.

El autor del estudio, Timothy Jay, explica que “la gente que tiene un vocabulario amplio, tiene un gran repertorio de groserías también”.

Esto desmiente el mito de que, la gente dice groserías porque no tiene mejores alternativas.

De hecho, tener un arsenal de groserías amplio puede servir como medida de inteligencia, debido a que conocer y utilizar de manera adecuada un amplio rango de términos demuestra capacidad intelectual.

Además, tus groserías no solo son señal de inteligencia. Aquí te decimos qué más puedes obtener de decir malas palabras:

BENEFICIOS DE DECIR GROSERÍAS

DISMINUYE EL DOLOR

Desde el momento en que tu madre te amenaza con lavarte la boca con jabón, sabes que algunas “malas” palabras son más poderosas que otras, explica Richard Stephens, autor de Black Sheep: The Hidden Benefits of Being Bad.

Como científico, a Stephens le daba curiosidad saber la manera de trasladar ese poder al plano físico. Así que en varios experimentos, le solicitó a afortunados voluntarios mantener las manos en baldes con agua helada hasta que no pudieran soportar el dolor.

Cuando les permitía decir su grosería favorita, los participantes podían mantener las manos sumergidas durante más tiempo, su ritmo cardiaco era más pausado y aseguraron no sentir tanto dolor como cuando les pedían repetir otra palabra.

Esto se debe a que, al parecer, decir groserías provoca una respuesta emocional similar a la reacción de lucha o huida (respuesta fisiológica ante la percepción de daño, ataque o amenaza a la supervivencia), liberando un torrente de adrenalina que disminuye las señales de dolor al cerebro, explica Stephens.

Los científicos le llaman a este tipo de malas palabras, diseñadas para expresar emociones o tranquilizarse, “groserías de fastidio”.  A diferencia de las obscenidades sociales, o utilizar lenguaje obsceno para lograr pertenecer a un grupo.

TE AYUDA A FORMAR PARTE DE ALGO

Por ejemplo, en ciertos lugares de trabajo, las groserías pueden crear lazos entre trabajadores, según un reporte de la revista Leadership & Organization Development.

Después de todo, si te sientes lo suficientemente cómodo entre tus compañeros de trabajo, como para describir tu día como “jodidamente horrible”, mandas una señal de que estás con todo con el grupo. Que puede ser una ventaja trabajar en equipo, sin mencionar que levanta la moral del grupo al hacer la oficina un lugar menos aburrido.

Aunque, si estás en un nuevo trabajo, lo mejor será que te abstengas de decir groserías hasta que descifres la dinámica laboral.

Luego, imita el lenguaje de las personas con más jerarquía. O, aún mejor, mantén las groserías solo entre colegas del mismo nivel. Y recuerda, di obscenidades sobre el clima, no sobre alguien.

TE AYUDARÁ A GANAR UNA DISCUSIÓN

Las groserías también te pueden ayudar a fortalecer o a hacer más efectivo un argumento.

En un estudio de la Universidad del Norte de Illinois, los investigadores pusieron a estudiantes de psicología a escuchar tres discursos abogando por tarifas escolares más accesibles.

Los participantes calificaron el mismo argumento más persuasivo si cuando iniciaban o terminaban con una grosería, que cuando no lo hacían.

Sin embargo, utilizar groserías en tus argumentos funciona mejor si las personas con las que interactúas están predispuestas a estar de acuerdo con tu punto de vista.

Si lo que buscas es hacer cambiar de idea a alguien que está fuertemente en contra de tu punto de vista, las malas palabras no harán más que reforzar tu imagen negativa, agrega Stephens. Esto puede mermar tu credibilidad.

Solo asegúrate de que tu discurso entero no esté compuesto de groserías. Mientras más limpia sea tu disertación, más efectiva será una mala palabra bien colocada.

“Una persona que dice groserías solo de vez en cuando, transmite más seriedad y respeto cuando usa una grosería, a diferencia de alguien que siempre las usa”, explica la experta en etiqueta moderna, Maggie Oldham.