MÉRIDA.- Edwin Joseph Tamayo Chávez, quien pretendió violar a su cuñada de 10 años de edad en una posada, fue sentenciado a nueve años y cuatro meses de prisión.

 

Al escuchar la condena, el sujeto mostró extrañeza e incluso le reclamó a la juez Rubí González Alpuche, titular del Juzgado Primero Penal.

¿Acaso lo que usted pretende es verme encarcelado?”, preguntó.

No, lo único que pretendo es hacer justicia y con todos los elementos que tuve a mi mano determiné que es responsable. De todos modos, si usted quiere está a tiempo de apelar la sentencia”, le respondió la licenciada González Alpuche.

Y es que Edwin Joseph pretendió usar a su cuñadita de 10 años como esposa sustituta, toda vez que su mujer estaba embarazada y no podían intimar.

El sujeto recibió dicha sanción, que es ligeramente superior a la parte equidistante entre la sentencia mínima y media del delito de violación equiparada, que se sanciona con una pena entre los 8 y 25 años de prisión.

La agravante es por la confianza que había y porque dicho sujeto pidió permiso a la familia de la niña para llevarla a una fiesta, no a un hotel. Además, el delito se cometió contra de una menor de 12 años.

La juez también le impuso 205 días multa, equivalentes a 13,072.85 pesos, sustituibles por 102 jornadas de trabajo a favor de la comunidad o pasar 410 días más en la cárcel.

De acuerdo con el expediente, el 20 de abril de 2014, cerca de las 6 de la tarde, el sujeto llegó a la casa de su suegra, ubicada en la calle 82 entre 71 y 73 del centro, y le pidió permiso para llevar a la niña a una fiesta infantil, porque era el cumpleaños de su prima de 7 años.

Debido a la confianza y familiaridad, la mujer no dudó y le dio permiso a la menor.

Después de estar en la fiesta, Tamayo Chávez le pidió a la menor que lo acompañara a comprar algo para su hermana en un supermercado cercano.

Ahí la invitó a un “Huevito Kinder Sorpresa”, un “Lucas”, chocolates y de paso adquirió un gel vaginal.

Luego condujo a la niña a la posada “El Camino”, ubicada en la calle 81 A entre 92 y 94 de la colonia Obrera, a donde llegaron a las nueve de la noche.

A la encargada le dijo que necesitaba una habitación. Para no levantar sospechas dijo que la niña era su hermanita y que después la pasaría a buscar su esposa, motivo por el cual, de buena fe, le asignaron el cuarto número 18.

Una vez en la recámara, despojó a la menor de su ropa y la besó en todo el cuerpo, y cuando estaba a punto de penetrarla, entró la encargada de la posada, quien sospechó que algo no estaba bien y por ese dirigió a la habitación.

Al entrar sorprendió al sujeto con el boxer hasta las rodillas y a la menor que se hallaba recostada en la cama, motivo por el cual le reclamó al individuo y llamó a la policía.

En su declaración ante el Ministerio Público, Tamayo Chávez dijo que había llevado a la niña a una fiesta y que cuando estaban por el rumbo le dieron ganas de orinar, y como no quería hacerlo en la calle, alquiló un cuarto en dicha posada, pero le dijo a la encargada que la menor era su hermanita y cuando estaba saliendo del baño, cerrando el cierre de su pantalón, llegó la encargada y pensó mal.

Según se comentó, en ese entonces la esposa del individuo tenía un embarazo de alto riesgo y no podía mantener relaciones sexuales con su marido, y por eso pretendió ultrajar a la menor de edad.