MÉXICO.- Todos hemos pasado por ello: llega un punto en el que has revisado tantas listas, has buscado tanto entre los eminentes nombres de la familia o de la historia, que terminas hartándote y decides que, en vez de escoger un nombre ya existente (“¡qué poca creatividad!”, te dices), inventarás uno para tu bebé. Pero espera: antes de que empieces a juntar iniciales de tus cantantes favoritos o sílabas de personajes ilustres, aquí te dejamos siete razones por las cuales tu plan, muy probablemente, es mala idea.
1. Tu bebé no es una miscelánea
Por supuesto que se vale ponerte creativo; pero para eso tienes muchos, muchos otros campos de acción. Escribe una historia de fantasía medieval, donde sí puedas ponerle Carilemy a una princesa; o pon una papelería y nómbrala, a esa sí, Kahrlottah. Cosas como éstas (y los juegos de rol tipo “Calabozos y dragones” o las recetas que inventas a la hora de la cena) son depositorios ideales para expresar tu creatividad; tu bebé no lo es. Al querer inventarle un nombre, en el fondo estás queriendo imponerle tus ideas sobre el mundo, y recuerda: tu bebé no es una extensión tuya.
2. En el nombre se lleva la ¿penitencia?
Existen múltiples estudios que han ahondado en la influencia real que el nombre tiene en nuestra personalidad. Influye en nuestras tendencias para escoger profesión o empresa para trabajar, el sex appeal que tendremos de adultos, la impresión que daremos e incluso, dicen algunos, nuestro nombre influirá en nuestra suerte y en los años que tendremos de vida. Si esos factores hacen que escoger nombre sea de por sí difícil (es decir: Eduardo, por decir algo, es un nombre con altos niveles de sex appeal porque empieza con E, pero tiende a la mala suerte…), ¿cómo saber el tipo de personalidad a la que tenderá Urimar?
3. Pasaportes, credenciales y hasta cafés
El mundo que le tocará a tu bebé será sin duda muy diferente al nuestro, pero entre las cosas que muy probablemente serán iguales está la burocracia: de manera automática o presencial, a distancia o con tecnologías de funcionamiento inmediato, tu bebé tendrá que hacer trámites, sacar identificaciones, presentarse con su nombre. Y estas actividades se vuelven infinitamente más difíciles si tu nombre es difícil de pronunciar o de escribir; si cada vez que te presentas la respuesta es: “¿cómo dices?”, incluso el autoestima puede disminuir.
4. Lo que hoy está de moda, mañana sonará ridículo
“Tuitsoni” fue, quizá, un nombre que pudo sonar cool a principios de los años ochenta, del mismo modo que hoy podría parecernos muy especial llamar a una bebé “Khaleesi” porGame of Thrones . Pero esos nombres, cuya idea suele surgir de un montón de influencias culturales ocurriendo en determinado momento histórico, pasarán de moda rápido, y lo que es peor, pronto empezarán a sonar ridículos. La variedad de nombres que hoy existen, después de todo, al menos han pasado la prueba del tiempo, y las modificaciones que han tenido a lo largo de la historia han sido paulatinas o han desaprecido (pregúntales a todos los Karlos que en los ochenta padecieron la fiebre de las letras extranjeras).
5. ¡Existen muchísimas opciones!
Es comprensible que quieras que tu hijo tenga un nombre original: probablemente no querrás que sea el quinto Rodrigo de su salón o “Regina la de chinos, no la lacia”. Pero existen infinidad de nombres que nadie usa, tanto en español como en otros idiomas; muchos de ellos, además, tienen significados preciosos que pueden ayudar a que tu hijo crezca con una autoestima sana. A tu favor tienes un punto: hay datos que parecen confirmar que los niños con nombre único desarrollan una personalidad más sólida y tienden a sentirse más felices; sin embargo, recuerda: tampoco hay que exagerar.
TODO BEBÉ.-