MÉRIDA.- Aunque permanecerá los ocho siguientes meses preso, Fernando Benjamín Puga Canché, ex estudiante de excelencia que mató a un artesano, recibió la protección de la justicia al considerar el juez que cometió el crimen por una provocación.

De esta manera, de ser hallado culpable, no sería sancionado por las agravantes de premeditación, alevosía y ventaja, con lo que la condena sería benevolente.

En audiencia celebrada ante el Juzgado Primero de Control del Quinto Distrito Judicial, con sede en Valladolid, se le vinculó a proceso a por su presunta participación en el delito de homicidio cometido en riña con carácter de provocado, en agravio del artesano Felipe Cosme Canché Guillen.

El Juez de Control decretó la prisión preventiva por ocho meses y como plazo de cierre de investigación cuatro meses, que culminarán el próximo 2 de febrero.

Como informamos, los hechos ocurrieron el pasado 27 de septiembre en un predio de la calle 51 entre 48-A y 48-B del Barrio de Sisal, en Valladolid, donde el occiso departía en una reunión con algunos amigos, entre los que se encontraba el ex estudiante destacado Fernando Benjamín.

Tras una discusión, ambos se liaron a golpes y fue cuando Fernando Benjamín hirió mortalmente con un cuchillo a su oponente.

Sin embargo, el juez determinó que hubo provocación de parte de la víctima, ya que le lanzó un golpe traicionero y fue cuando el ahora acusado arremetió clavándole un cuchillo al oponente en el pecho, provocándole las heridas que posteriormente le causaron la muerte.

Los jueces reducen las penas cuando los crímenes ocurren durante una riña y si se suma que también hubo provocación, como en este caso, las sentencias son muy por debajo de los 40 años de cárcel que marca la ley para un homicidio con todas las agravantes.

Fernando Benjamín fue un estudiante destacado de la carrera de Ingeniería en Administración en el Instituto Tecnológico Superior de Valladolid, donde incluso estaba becado por sus buenas calificaciones.

Sin embargo, el joven presuntamente se ‘echó a perder’ y se volvió ‘hippie’, dedicado a la venta de artesanías callejeras, trabajo que igual desempeñaba su víctima.