PROGRESO.- El Arzobispo de Yucatán monseñor Gustavo Rodríguez Vega realizó el viernes pasado su primera vista a este puerto, en donde fue recibido por poco más de 100 feligreses en la entrada de la ciudad y otros más que lo esperaban en la entrada del templo parroquial.

El arzobispo dijo que Progreso es un puerto muy bonito, tranquilo y religioso e indicó que a fines de agosto estuvo en la fiesta patronal de Chelem, cuando paseó en barco y desde el mar vio este puerto, al que conoció el viernes a las 6 de la tarde.

Al prelado le dieron la bienvenida en la entrada de la ciudad el párroco Francisco Mukul Domínguez, el vicario Christian Cáceres Solís y los diáconos permanentes Carlos Pérez Vidal y José Chan Díaz, con quienes monseñor Rodríguez Vega caminó hasta la iglesia de la Purísima Concepción y de San José

Unos cien feligreses de las 30 zonas parroquiales distribuidas a lo largo de la calle 78 desde la 41 hasta la 33,  lo recibieron y después de saludarlo caminaron detrás del arzobispo, a quien en las puertas del templo parroquial lo esperaban alumnos del colegio católico Guadalupe Victoria.

Antes de entrar a la  parroquia de la Purísima Concepción y de San José, un grupo de feligreses le regaló una casulla al arzobispo que usó durante la misa que ofició a las 6:30 de la tarde, media hora antes de lo programado.

Debido a que la misa se adelantó, pues debió oficiarse a las 7 de la noche,  numerosos feligreses llegaron apurados a la iglesia, incluso el  alcalde José Isabel Cortés Góngora llegó a la parroquia cuando ya había comenzado la ceremonia eucarística; antes llegaron algunos directores y regidores, quienes ocuparon la bancas centrales.

A las 7:57 de la noche, al término de la misa el párroco presentó al alcalde con el arzobispo, quienes platicaron unos minutos y después monseñor Gustavo Rodríguez se retiró de la parroquia.

Durante el trayecto, desde la entrada del puerto hasta el templo parroquial, el arzobispo saludó a jóvenes, adultos, ancianas y niños, numerosos feligreses se tomaron fotos con el prelado, quien durante su homilía pidió a los católicos que reconozcan que son pecadores y que para ser santos deben luchar todos los días.