MÉXICO.- A pesar de tratarse de técnicas de primeros auxilios muy conocidas, no son siempre un ejemplo de buen hacer en situaciones que requieren ayuda sanitaria. Estos son los errores más comunes que cometemos al prestar los primeros auxilios.

1. Sacar a un accidentado del coche.

Si ha presenciado un accidente de tráfico, habrá comprobado el deseo de los testigos por socorrer a las víctimas hasta que lleguen los servicios sanitarios. La primera regla de oro es no movilizar nunca a los heridos. “Salvo un peligro inminente de explosión o de caída de objetos, nunca hay que sacarlos del coche ni cambiarlos de lugar. Solo hay que controlar cómo están”, subraya José Javier Varo, director del Servicio de Urgencias de la Clínica Universidad de Navarra.
La razón es el riesgo de que exista una lesión cervical. “Una fractura inestable de la columna cervical puede convertirse en una lesión medular si movilizamos a la víctima”, advierte Varo.
Si el accidentado es un motorista, tampoco hay que intentar retirar el casco, “salvo que esté dificultando la respiración y comprometiendo la vida”. La explicación: proteger la columna cervical. Lo mismo que si la víctima está bocabajo: “hay que dejarla en esa posición y, en caso de tener que movilizarla, hacerlo como si fuera un bloque, entre varias personas”. Y, sobre todo, “nunca se debe que trasladar al accidentado hasta un hospital en un coche particular”.
El agua con azúcar no soluciona una lipotimia. Mejor, tumbaremos al afectado y elevaremos sus piernas”
“Lo mejor que usted puede hacer en esas situaciones es no hacer nada y esperar a que vengan la policía y los servicios sanitarios”, zanja.

2. Animarnos con el torniquete.

Ejercer una presión suprema con bandas para contener una hemorragia es un recurso muy cinematográfico que no hay que reproducir en la vida real. “De eso se encarga, excepcionalmente, el personal sanitario”, asegura Varo: “A partir de la zona del torniquete se produce una disminución del flujo sanguíneo y existe un riesgo altísimo de necrosis y de futura amputación del miembro. Una excepción: una hemorragia muy masiva y profusa”.
¿Qué puede hacer en cambio? “Comprimir la herida con una venda o una tela limpia y elevar (si se puede) la extremidad que sangra”. La compresión se ha de mantener entre cinco y diez minutos, “sin levantar la venda en mitad para comprobar si sigue o no sangrando la herida”.

3. Taponar una nariz que sangra.

Seguro que es uno de los remedios que arrastra desde su infancia (otros advertían, con acierto, que así lo único que se consigue es tragarse la sangre). Es hora de desterrar creencias erróneas. “En las hemorragias nasales hay que inclinarse levemente hacia adelante, para que la sangre caiga hacia fuera y no vaya a la vía respiratoria”, indica el experto. “Tampoco hay que taponar los orificios nasales, porque lo único que se consigue es retener la sangre, pero no la hemorragia”. Si transcurridos unos minutos no para el sangrado, acuda a un servicio de urgencias.

4. Poner mantequilla sobre una quemadura.

Olvide la grasa y coloque la zona quemada debajo del chorro de agua fría durante 10 minutos. “Eso es lo primero que hay que hacer, porque el agua fría para el mecanismo lesional de la quemadura”, dice Vara. Después, quite la ropa si no está pegada a la piel, “pero si está adherida, jamás lo intente”.
Cuando la quemadura se enfríe, compruebe si se han producido ampollas. “Si no las hay, se trata de una quemadura de primer grado, y lo único que hay que aplicar es crema hidratante, nada de mantequilla, ni vaselina ni hielo”, insiste. “Si hay ampollas no muy grandes, hay que aplicar una pomada antibiótica y proteger la quemadura con un apósito durante unos días”. Nunca hay que pinchar las ampollas para quitarles el líquido, ni dejarles un hilo dentro. “Si hay varias, lo mejor es acudir a urgencias”.

5. Comprimir el diafragma de un atragantado.

Cuando alguien se atraganta y comienza a toser, la querencia inmediata es darle golpecitos en la espalda. “Pero es mejor animarle a que tosa más fuerte para que expulse lo atascado”, advierte José Javier Varo, quien cuenta que, en los atragantamientos, la situación más grave sucede cuando la vía área está completamente obstruida. La persona no tose ni es capaz de respirar. Se lleva las manos al cuello, su cara pasa del rojo al azulado… “En este caso hay que dar hasta cinco golpes en la espalda, entre los dos omoplatos. Si no se consigue que expulse el cuerpo, habrá que comprimir el estómago con la llamada maniobra de Heimlich.

6. Provocar el vómito a un niño que se ha tragado un objeto extraño.

Si el pequeño se traga una moneda no tiene que cundir la alarma, ya que “es un objeto redondo, sin aristas, y lo expulsará con las heces”. Si se embucha un cuerpo cortante o punzante, “llévelo inmediatamente a urgencias, pero jamás le provoque el vómito”.

7. Dar leche para neutralizar el efecto de la lejía.

Otro error muy común es obligar a beber leche a un niño que ha ingerido lejía. “No hay que darle de beber nada, ni leche ni agua ni ningún otro líquido. Nunca administramos un antídoto por boca, porque no son eficaces y pueden empeorar las lesiones. Tampoco hay que provocar el vómito, porque el líquido al pasar por el tubo digestivo hace daño al entrar y al salir”, insiste el médico. Lo correcto es llamar al Instituto Nacional de Toxicología.

8. Provocar el vómito a quien ha tomado muchos fármacos.

Ni en niños ni en adultos hay que recurrir a forzar el vómito para que salgan los fármacos ingeridos. “Consulte con el Instituto Nacional de Toxicología”, aconseja el especialista. En el hospital se utiliza carbono activado para evitar que se absorba el medicamento. El lavado gástrico se hace cada vez menos.

9. Desinfectar una herida con agua oxigenada y mercromina.

El burbujeo del agua oxigenada sobre la superficie de la herida seguido del rojo intenso de la mercromina, forman parte del ritual antiséptico de las heridas desde hace unas décadas. “Hoy, basta con lavar la lesión, solo con agua, y después aplicar un poco de povidona yodada (Betadine), una combinación más sencilla y con más poder desinfectante, según aseguran los manuales de primeros auxilios. Si la herida es grande, coloque una gasa por encima y acuda al hospital”.
El jefe de Urgencias de la CUN también recomienda no utilizar puntos papel para cerrar la herida (steri strips). “No es conveniente a no ser que lo indique un médico”.

10. Comprimir el estómago de un ahogado para que expulse el agua.

Lo hemos visto cientos de veces en la televisión, pero no debemos repetirlo, “porque puede pasar parte del contenido del estómago a los pulmones, empeorando la situación”, dice Varo. Ante un ahogamiento, lo correcto es seguir las directrices de la reanimación cardiopulmonar (RCP): mantener la vía aérea abierta, comprobar si respira y tiene pulso; si no lo hace, comenzar las maniobras de RCP 8. “Si el ahogado está inconsciente pero respira, se coloca de lado hasta que llegan los sanitarios”, aclara el médico.

11. Soplar en el ojo para eliminar un cuerpo extraño.

Cuando entra algo en el ojo, la reacción inmediata del acompañante es soplar e intentar retirar el objeto causante de la molestia con un pañuelo. “No es una buena idea, porque podemos provocar erosiones en la córnea. Lo más adecuado es lavar el ojo (con suero fisiológico o agua) para que el líquido arrastre el objeto hasta que salga. Llorar profusamente tiene un efecto parecido”, revela Vara.

12. Sacar un objeto que se queda clavado en el cuerpo.

Intentar extraer a este intruso puede empeorar las lesiones. Por ejemplo, “un palo clavado en una pierna, tal vez afecte a una arteria, pero está conteniendo la hemorragia. Por eso, si es un objeto relativamente grande, hay que quitarlo en el quirófano para ir viendo hasta dónde ha llegado”.

13. Dar agua con azúcar ante una lipotimia.

Es un recurso tan inocuo como ineficaz. Lo indicado es tumbar al afectado y mantenerlo con las piernas elevadas hasta que pase el síncope. “Abanicar o dar agua con azúcar no mejora nada”, concluye el experto.

EL PAÍS.-