SINEMBARGO / CIUDAD DE MÉXICO.- Un futuro idílico en el que máquinas resolvían en su totalidad los problemas de la humanidad es, irónicamente, parte de un imaginario que pronto está por quedar enterrado el pasado. A pesar de los avances tecnológicos, la humanidad sigue teniendo el mismo tipo de problemas que antaño, mientras que los robots –esos que un día fueron vistos como los salvadores– no sólo están bastante lejos de alcanzar su potencial, sino que son mirados con recelo.
Protestas recientes, en distintas partes del mundo, ponen en evidencia que no todo mundo está conforme con los avances tecnológicos. Los motivos detrás de estas manifestaciones son variados. Desde agremiados que ven en peligro sus fuentes de trabajo hasta personas que creen que la evolución de la inteligencia artificial represente un peligro para la humanidad. Los temores son, hasta cierto punto, entendibles. No obstante, no deja de llamar la atención suspicacia que los autómatas comienzan a despertar cada vez en mayores cantidades.
A mediados de marzo pasado, en Texas, una organización llamada Stop the Robots se manifestó con carteles y repartió camisetas para protestar por robots en el marco del evento South by Southwest en Austin. Los inconformes, aparentemente preocupados de que los robots puedan un día superar la inteligencia humana, dijeron que esperaban crear conciencia sobre los posibles peligros de un crecimiento incontrolado y el desarrollo en todo la inteligencia artificial y la robótica, publicó el sitio Tech Crunch.
Dos semanas después, taxistas de Londres se manifestaron también. En esta ocasión el motivo del descontento fueron los avances en materia de vehículos automatizados. Así, la campaña “Face to Faceless”, proyectó los rostros de los taxistas de Londres en monumentos de la ciudad con el fin de protestar contra el avance de la tecnología sin conductor, un factor que para muchos será el próximo gran hito en el ramo automotriz y definirá el futuro de todos los empleos relacionados con el transporte.
Mientras que ambos ejemplos se tratan de casos aislados y de grupos reducidos de inconformes, lo cierto es que hechos como estos traen de nuevo a la luz la preocupación de científicos sobre los peligros de la automatización completa de los robots. Por otra parte, tomando en cuenta que la robótica apenas se encuentra en una etapa temprana, más inconformidades pueden pronosticarse a medida que la tecnología avance.
Sumado a esto, hora la organización Observatorio de Derechos Humanos (HRW, por sus siglas en inglés) y la Escuela de Leyes de Harvard (HLS) lanzaron una iniciativa en la que urgen a la ONU a a prohibir el desarrollo de “robots asesinos”; algo que sólo podría ser posible si esta automatización se da y se sale de control. El debate parece estar comenzando apenas y no parece que vaya a bajar de tono a medida que surjan más y más innovaciones tecnológicas en robótica.
Si bien, no se trata de una preocupación reciente, en los últimos años son figuras de gran importancia dentro del ámbito tecnológico las que han manifestado su desconfianza hacia la inteligencia artificial. Quizás el principal detractor de la autonomía robótica es el físico y emprendedor sudafricano Elon Musk que, junto con otras figuras prominentes del campo de la inteligencia artificial, no deja pasar una sola oportunidad para advertir de las consecuencias nefastas de la automatización completa de los robots.
En el caso de el informe elaborado por HRW y la HLS, llamado “Mind the Gap: The Lack of Accountability for Killer Robots” (Cuidado con el hueco: La falta de rendición de cuentas de los robots asesinos), denuncia la falta de un marco legislativo que establezca algún tipo de responsabilidad para los que participan en el uso y la producción de sistemas avanzados de armas (fabricantes, programadores o mandos militares) y señala que la normativa actual podría librarlos de responsabilidad penal en el caso de muertes causadas por las máquinas.
“Las armas no pueden ser consideradas responsables por su conducta porque no pueden actuar con intenciones criminales, con lo cual se quedarían fuera de la jurisdicción de los tribunales internacionales y por tanto no podrían ser castigadas”, dice el informe.
La discusión se extiende hacia muchos sectores, y obviamente todo lo que involucre armas es polémico por sí sólo. El caso es que es la misma inteligencia artificial la que ya despierta sospechas incluso sin haberse encarrerado todavía, mientras que los opositores fundamentan su temor en simples suposiciones.
“Ellos ven el panorama general, pero no saben dónde estamos tecnológicamente. Podríamos estar a mil años de aquello por lo que están preocupados. Hay tantas cosas que no entendemos”, dice Ramses Alcaide, ingeniero eléctrico, neurocientífico y director de Neurable una compañía de reciente creación que desarrolla interfaces cerebro-computadora para personas con discapacidad.
“Creo que frenarla (inteligencia artificial) sería un perjuicio a la humanidad. Me alegro de que haya gente que piensa de esa manera. Pensemos en esto científicamente, pero no vamos a detener la investigación. Creo que si se le preguntara a Elon Musk si deberíamos sofocar el progreso, no creo que él quisiera hacer eso”, agrega.