PROGRESO.- Una vez más la marcha del silencio se llevó al cabo con sólo hombres, y en esta ocasión reunió a cinco mil varones, quienes al final de la procesión reflexionaron sobre la muerte y el dolor.
Cinco mil varones de todas las edades marcharon en silencio a lo largo de la avenida de la calle 31 y durante la media hora que duró la caminata, que partió desde las capillas de San José, en el oriente y de Guadalupe, en el poniente, los hombres no pronunciaron palabra alguna.
La tradicional marcha del silencio que se hace en Viernes Santo en el puerto, solo para varones, se repitió una vez más y cinco mil hombres se dieron cita en el campo Hidalgo, en donde al final se concentraron todos los caminantes, papás, hermanos e hijos.
Las dos columnas partieron a las 7 de la noche las capillas de San José, encabezada por el vicario Efraín Bojórquez Pérez, y de Guadalupe, encabezada por el párroco Francisco Mukul Domínguez, y marcharon en silencio hasta el campo Hidalgo, ubicado en la calle 31 con 72.
Numerosas familias salieron a las puertas de sus casas al escuchar los pasos de los varones. El silencio fue roto por el padre Mukul Domínguez, párroco de la Purísima Concepción y de San José, quien presidió por tercer año consecutivo la marcha del silencio.
-Ya pueden hablar – les dijo y después presentó al psicólogo José Garfias Cáceres, orador invitado para dar el mensaje de reflexión, quien abordó el tema del dolor y la muerte, que es lo más seguro que tiene el ser humano desde que nace.
El psicólogo se dijo asombrado por la cantidad de varones que participaron en la marcha del silencio e indicó que cuando el padre Efraín Bojórquez lo invitó para dar un mensaje, nunca pensó que sería ante cinco mil personas.
El profesional disertó sobre la muerte, tema del cual nadie quiere hablar, y a la se le tiene miedo, pero que es algo que algún día va a llegarle a todos y causa mucho dolo sobre todo cuando muere un ser querido a quien físicamente se dejará de ver.
Luego del mensaje del psicólogo, se procedió al santo entierro; varios hombres cargaron en hombros el ataúd, en el cual reposaba la imagen de Cristo y marcharon también en silencio rumbo al templo parroquial.
Al compás de la marcha fúnebre, tocada por una banda de tamboras, se hizo el recorrido, que tenía al frente a los padres Francisco Mukul, Efraín Bojórquez y al diácono José Chan Díaz. En la esquina de la calle 31 con 80, unas dos mil mujeres esperaban el cortejo con la imagen de la Virgen de La Dolorosa y después rodearon el parque principal hasta el templo parroquial.
La imagen de Cristo fue colocada al pie del altar, junto a La Dolorosa, y enseguida, tanto hombres como mujeres veneraron la imagen del crucificado.