EL PAÍS.- En la pasada edición del Mobile World Congress pasó casi desapercibido el primer teléfono de Kodak. Se trata de un móvil con unas características idénticas a las de muchos otros de gama media. Algunos esperaban que su cámara deparase alguna sorpresa teniendo en cuenta su marca, pero no fue así. Lo único de Kodak que hay en ese producto es el logo, pues en realidad ha sido fabricado por Bullit Group, una empresa especializada en crear dispositivos electrónicos para diferentes marcas.
No es el único aparato que se presenta con el logo de mítica empresa estadounidense sin ser fabricado por ella. Los derechos para la fabricación de cámaras digitales de la compañía fueron vendidos a JK Imaging. Esta desconocida empresa asiática ha lanzado con la imagen de Kodak un puñado de cámaras compactas, una cámara de objetivos intercambiables, dos cámaras inalámbricas para móviles y unas cuantas cámaras de acción. Pero apenas encontramos características innovadoras en ellas. La única excepción es la Pixpro SP360, capaz de grabar vídeos de 360 grados.
Una historia casi calcada a la de Kodak es la de Polaroid. La que fue la otra gran empresa estadounidense de fotografía estampa hoy su marca en productos que van desde gafas de sol hasta cámaras analógicas instantáneas, aunque no las que la llevaron a tener fama mundial. Las actuales son Fuji Instax con el logo de Polaroid. La venta de la imagen corporativa de la empresa es tan descarada que incluso en su web se ofrecen licencias para explotarla.
Por eso no es de extrañar que su catálogo de productos sea bastante caótico. Resulta difícil de entender que una empresa de tecnología fotográfica haya terminado vendiendo televisores o tabletas. El único producto interesante que venden hoy es la Polaroid Cube, una económica y original competidora de las GoPro.
El de Motorola es otro ejemplo de una empresa tecnológica de Estados Unidos que ha pasado a manos de una empresa china, Lenovo. Tras deshacerse Google de ella para no levantar suspicacias entre los fabricantes de teléfonos Android, es bastante probable que más pronto que tarde la marca Motorola sea usada como caballo de Troya por Lenovo para que sus teléfonos penetren más fácilmente en el mercado occidental.
Imagen de Polaroid Cube. / Polaroid
Otro caso en el que se buscaba revitalizar una marca con un pasado brillante es el de Atari. Aunque la empresa de videojuegos hoy es solo una sombra de lo que fue, pues no ha logrado recuperarse de sus numerosos cambios de propietarios. Ni siquiera las adaptaciones de sus viejos juegos para teléfonos móviles han tenido demasiado éxito.
Peor suerte aún corrió Commodore. Tras cambiar varias veces de manos el último intento por rescatar la marca hace pocos años terminó en los tribunales. Aunque, eso sí, el Amiga, el ordenador más avanzado de Commodore, sigue teniendo un soplo de vida. Gracias a que aún existe un pequeño grupo de usuarios fieles a esta plataforma su vetusto sistema operativo sigue actualizándose e incluso se vende algún ordenador compatible con él.
También existen un par de proyectos para que reviva el ZX Spectrum, el ordenador más popular de los ochenta. Uno de ellos incluso está respaldado por Clive Sinclair, el creador del Spectrum original. Por su parte Elite, una de las mayores productoras de videojuegos de ocho bits, ha creado un teclado Bluetooth para tabletas con el diseño del Spectrum. Con él se puede volver a disfrutar de sus juegos. Aunque no parece probable que estos dos productos logren traspasar de momento las fronteras de Reino Unido, el país en el que nació el Spectrum.
La excepción de Leica
Muy diferente ha resultado ser la trayectoria de Leica. La empresa alemana celebró el centenario de su fundación el año pasado. Hoy no lucha por sobrevivir como hace unos años. De hecho, sus ventas van viento en popa. La clave de su éxito probablemente ha sido innovar sin perder ni por un momento de vista su pasado.
De hecho, sus cámaras digitales actuales de la serie M son compatibles con objetivos de hace más de 50 años. Leica tampoco han cedido ni un ápice en los exigentes estándares de calidad que distinguen a sus exclusivas, y caras, cámaras y objetivos. Algo en lo que influye que en gran medida se fabrican manualmente en Alemania.
Hasta el año 2006, la empresa no había logrado crear una cámara digital de objetivos intercambiables. Sobre todo porque en lugar de hacer borrón y cuenta nueva creando cámaras diferentes de las de su histórica serie M, decidieron afrontar el reto de introducir un sensor digital en el cuerpo de una de sus míticas cámaras. Algo que suponía un serio problema técnico. Finalmente, la Leica M8 apareció en el mercado y tres años después lo hizo la Leica M9. Con ella eliminaron por completo las dudas de si serían capaces de crear cámaras digitales tan buenas como las de película.
Hoy Leica ha acelerado la producción de nuevos modelos de cámaras. Algunas muy clásicas pero audaces, como una máquina digital sin pantalla u otra que solo capta fotos en blanco y negro. Estos experimentos son posibles entre otras cosas por el elevado precio de sus productos. Algo que le da un margen a la empresa para producir series más o menos limitadas.
Pero vender caro no significa necesariamente tener éxito. Algo que ha demostrado el patinazo protagonizado por la empresa sueca de fotografía Hasselblad, que intentó imitar a Leica lanzando una cámara digital compacta al alcance de pocos bolsillos. La Hasselblad Lunar, una cámara fabricada por Sony pero con un aparatoso diseño realizado por los suecos, salió a la venta por 5.000 euros. Hoy su precio es mucho menor en algunas tiendas. Seguramente porque el experimento ha resultado ser todo un fracaso y lo único a lo que aspira Hasselblad es a liquidar sus existencias.