EL PAÍS.- “Dios ha aparecido de nuevo en el BOE”. La diputada Caridad García Álvarez (IU) resumía este lunes con esta frase el revuelo que ha provocado el nuevo currículo de Religión católica, aprobado la semana pasada.
La asignatura, que se imparte como optativa en los centros públicos y cuya nota cuenta para la media del expediente y para obtener una beca, incluye frases como “la incapacidad de la persona para alcanzar por sí misma la felicidad”. En bachillerato, evalúa cuestiones como que los alumnos reconozcan “con asombro” el origen divino del cosmos.
Podemos no quiere el Concordato
y Ciudadanos aún debe decidirlo
Los distintos partidos de la oposición —tanto los presentes en el Parlamento como los que las encuestas sitúan allí tras las próximas elecciones— rechazan los nuevos contenidos y defienden que la asignatura salga de los centros públicos o se convierta en una materia más genérica, como Historia de las Religiones.
En la mayoría de los casos piden además que se revisen los acuerdos del Estado con el Vaticano (1979), que permiten a los obispos diseñar el contenido de la asignatura y elegir a los profesores que la impartirán, cuyos sueldos paga el Estado.
Acuerdo vaticano
Los acuerdos con la Santa Sede, firmados en 1979, señalan que se “incluirán la enseñanza de la Religión católica en todos los centros de educación, en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales. Por respeto a la libertad de conciencia, dicha enseñanza no tendrá carácter obligatorio para los alumnos. Se garantiza, sin embargo, el derecho a recibirla”.
Otro artículo contempla que “la enseñanza religiosa será impartida por las personas que, para cada año escolar, sean designadas por la autoridad académica entre aquellas que el Ordinario diocesano proponga” y que es la jerarquía eclesiástica a la que “corresponde señalar los contenidos de la enseñanza y formación de Religiosa católica”.
Hay partidos de todas las tendencias entre los que reclaman una revisión (PSOE, Podemos; UPyD o IU, que opta por derogarlos). Ciudadanos asegura que aún debe acordar una postura sobre el tema en el partido, y CiU y PNV no lo aclaran. Los nacionalistas vascos no lo ven prioritario pero tampoco se muestran “cerrados a revisarlo”, según un portavoz.
“No se puede poner Religión al nivel de Matemáticas, Lengua o Inglés”, defiende el diputado Mario Bedera (PSOE). El anterior currículo, de 2007, se aprobó y publicó en el BOE bajo Gobierno socialista. Bedera defiende la revisión de unos acuerdos “anacrónicos” con el Vaticano, como ha anunciado reiteradamente su partido desde 2011, pero cuyo contenido no trataron cuando eran Gobierno. “Aunque había una clara manifestación en la militancia de por dónde debíamos ir, nos pudo más esa lealtad institucional. No queríamos romper una línea que ahora el PP ha hecho saltar por los aires”, dice el socialista. Bedera coincide con Carlos Carrizosa (diputado autonómico de Ciudadanos), que considera que, con el nuevo temario, “el PP va más allá de lo que reclaman los acuerdos”.
“Como mucho debería ser una asignatura extraescolar en centros concertados”, defiende el diputado Carlos Martínez Gorriarán (UPyD). Y añade: “La Iglesia católica merece un trato que reconozca toda su relevancia en España, pero no un trato de Estado a Estado”.
Podemos se suma a los que piden cambiar la asignatura por una de carácter histórico y pide una escuela pública “limpia de adoctrinamiento religioso y de cualquier dogma”, según Sandra Mínguez, responsable de Educación del Consejo Ciudadano Estatal del partido de Pablo Iglesias. La revisión de los acuerdos, en su caso, sería para que los temarios “los elaboren agentes especializados, como profesores, inspectores y asociaciones de padres y de alumnos”.
El PNV afirma que se trata “cuando menos,
de una cacicada”
Entre los nacionalistas, hay un rechazo claro a la asignatura tal como está planteada ahora pero no al acuerdo de fondo. “Pretender imponer el pensamiento religioso del catolicismo es cuando menos una cacicada en un Estado que recoge la libertad de culto”, según Isabel Sánchez Robles (PNV).
La posición de CiU causa cierta tensión entre los dos partidos que conforman la coalición, Convergència y los democristianos de Unió. Piden revisar la relación con la Iglesia, pero con la boca pequeña. “Hay un cambio social de la concepción de la Iglesia, que se nota hasta en el Papa”, defiende el diputado Martí Barberà (CiU).
Considera que Educación creó “un problema donde no lo había” al retirar Educación para la Ciudadanía, de carácter obligatorio, e introducir en su lugar Valores Sociales y Cívicos como optativa frente a la Religión. Su partido ha votado hasta ahora contra mociones que buscan modificar los términos del Concordato, aunque la consejera catalana de Educación, Irene Rigau, ha instado a los obispos catalanes a posicionarse contra el currículo.