MÉXICO.-Fiesta, baile, alegría y diversión emanada por el rock, el hip hop, la cumbia y el ska se impusieron ayer en el segundo día del Festival Vive Latino, al que acudieron más de 65 mil personas.
No importó la ligera lluvia, ni el cansancio de un día anterior, los asistentes disfrutaron por igual la alta dosis de música que fue coronada por el rock de Caifanes y su protesta social.
Saúl Hernández y compañía regresaron al festival tras su reencuentro en 2011, y con “Los dioses ocultos” iniciaron un show en el que se unieron las almas al compás de cada rasgueo y embate de los músicos.
Los éxitos que los han consolidado como “Para que no digas que no pienso en ti” y “Mátenme porque me muero” no faltaron en el escenario, que utilizaron para mostrar su preocupación ante la situación del país.
El grupo pidió 43 segundos de silencio “por nuestros hermanos desaparecidos y por la justicia en nuestro país”, para después cantar “Antes de que nos olviden”, recibiendo una gran cantidad de aplausos.
Antes, Brandon Flowers presentó su proyecto solista y tocó canciones de su disco Flamingo; sin embargo, se apoyó de los éxitos de The Killers para encender a la audiencia como fueron “Jenny Was a Friend Of Mine” y “Human”.
Ante una ligera llovizna, Brandon sorprendió con “Simply Irresistible” y “Mr. Brightside” que sonaban, mientras la gente se ponía chamarras e impermeables.
Con la música de Enjambre, los presentes viajaron al pasado al escuchar su sonido retro que prendió desde sus primeros acordes. La agrupación se presentó a la cita puntual con guitarras, bajo y batería, y con canciones como “Dulce soledad” y “Somos ajenos” recibieron ovaciones al igual que DLD, que se presentó por séptima vez. Entre tumultos, las personas viajaron de un escenario a otro para disfrutar las diversas propuestas musicales; otros preferían las activaciones de futbol rápido y la Carpa Ambulante.
Por la tarde, Inspector visitó la carpa de los palomazos y cuando la aglomeración se había dispersado, un sonido sorprendió a los que pasaban por la curva; repentinamente se escuchó “Dormir soñando” y El gran silencio hizo suyo el pequeño escenario en cuestión de segundos.
También Quiero Club estuvo en ese escenario de sorpresas tocando con Adrián, de Babasónicos y Gil Cerezo de Kinky. Por otra parte, la carpa Gozadero hacía bailar a quien estuviera cerca de ahí con ritmos de cumbia y hip hop.
El Vive, una cita incluyente
Ninguna condición física es motivo para que los amantes del rock y demás géneros que se exponen en los escenarios del Vive Latino dejen de disfrutar el día rodeados con la música en vivo que más les apasiona.
Los escenarios principales del festival cuentan con lugares especiales para que personas con capacidades diferentes puedan disfrutar de forma más segura la experiencia de estar frente a sus ídolos musicales.
Aunque la falta de información dentro del Autódromo no facilita los accesos a personas en sillas de ruedas o muletas.
“Me comentaron que no había boletos especiales para discapacitados y tampoco me ayudaron. Nunca se me dijo dónde o cómo llegar a las zonas especiales y si pregunto, nadie sabe sobre esto”, dijo Patricia Pérez, madre de Saraí.
“Solo quiero que nos digan cómo hacerle y que den la información”, agregó Pérez.
A pesar del disgusto, al llegar a la fiesta musical, Saraí comentó: “Mientras estén las bandas que me gustan seguiré viniendo al Vive Latino, aunque cada año me pase esto”, mientras se dirigía al escenario Indio para disfrutar de la actuación de Brandon Flowers.
Entre los asistentes también destacaron mujeres embarazadas, como Ofelia Ortega, quien compartió: “El nombre de la bebé es Paula y desde antes de venir le dije que íbamos a venir a un concierto”.
Ofelia Ortega quien estuvo presente durante la presentación de Caifanes, la que llamo “el primer concierto de mi hija”.
Ambulante, un oasis en el Vive Latino
El arte visual también inundó el Autódromo Hermanos Rodríguez con la exhibición de 4 películas cuya temática abordaba la historia de grandes agrupaciones musicales del pasado, a través de la oferta cinematográfica que ofreció La Carpa Ambulante.
“Estamos proyectando cintas como Igual no nos importa la música, 20000 días en la Tierra, entre otras en la carpa que está diseñada para recibir al público. Como actividad paralela estamos llevando a cabo la transmisión de las películas por celulares gracias a la participación de Sopitas”, compartió Noemi Westerson, encargada de la publicidad y diseño comunicativo del festival.
La selección del material que se proyecta se realiza desde diciembre.
“Desde finales de año revisamos la cartelera que vamos a tener, para de ahí escoger el material que vamos a presentar y también revisamos la propuesta de otros años para saber qué usar”, dijo Noemi aclarando que todo es parte del mismo festival que año con año atrae a más personas.
El festival Ambulante se ha convertido: “En el oasis del Vive Latino, donde te puedes tomar un tiempo, descansar y al mismo tiempo disfrutar de una película documental sin salir de la temática musical”, agregó.
Llevan su moda al festival
El Vive Latino es el festival idóneo para que la juventud juegue con su estética personal y utilice accesorios con los que no saldría de su casa en un día habitual; muchos de los asistentes a la cita musical optaron por mostrarse patriotas con máscaras de luchador, banderas y sombreros.
Entre las miles de personas que visitaban los escenarios principales estaba Raúl Blanco, quien vestido de Chapulín Colorado, saltando y presumiendo su chipote chillón, procuraba hacer presencia entre las masas más grandes.
“Para que me sigan los buenos al vive”, dijo el hombre que rebasaba los 40 años de edad; mientras posaba para las fotos que le solicitaban a su paso por el lugar.
Desde Monterrey, Marco y Carlos Castillo viajaron al Distrito Federal con sus máscaras de Blue Demon y el Santo, respectivamente. Después de varias visitas al Vive Latino han aprendido que su aspecto es parte complementaria de la diversión.
“Las traemos porque es algo muy mexicano, somos muy buenos primos y tengo entendido que Blue y Santo agarraban el pedo juntos, no es la excepción con nosotros”, dijo Marco, quien esperaba que la noche cayera para escuchar a Caifanes.
Jesús Díaz y Débora Fernández llamaban la atención por sus sombreros de charro en tonos negro y rosa, respectivamente.
“Ya lo intentamos hacer siempre, y para el sol y para la lluvia han sido la mejor opción. Es nuestro onceavo Vive y llevamos como cinco trayéndolos”.
Experiencia hermosa, pero costosa
El amor al rock hace que algunas personas piensen en el Vive Latino como una inversión y les provoque ahorrar con anticipación para no perder la oportunidad de estar ante sus bandas preferidas.
Tal es el caso de Eduardo y Gloria, para quienes la cita rockera se ha vuelto una costumbre de culto.La pareja lleva más de 15 años de matrimonio y para ellos es una tradición acudir al festival a ver a sus bandas favoritas, en esta edición Caifanes y Nortec Collective fueron sus motivaciones principales.La anticipación de adquirir el bono de entrada a los tres días de festival les requirió desembolsar tres mil pesos; sin embargo, el gasto se ha incrementado por las necesidades que implica permanecer más de medio día en el Foro Sol.
Aunque la pareja asegura que ha aprendido a ajustar sus gastos. “Hemos gastado en lo necesario; comer dos veces por todo el día que pasamos aquí, un par de bebidas para hidratarnos y aguantar la jornada y ya. Dejamos fuera los recuerditos, pero aún así por los dos invertimos aproximadamente mil 200 pesos diarios”, dijo Eduardo.
En la cita se puede adquirir una cerveza entre 100 y 130 pesos, una pizza individual por 80, un par de tacos o cinco tacos de canasta por 60 pesos; y entre la variedad de bebidas se ofrecen tragos de mezcal por 50; de modo que la inversión asciende de acuerdo a los gustos de cada quien.
Milenio.-