
PROGRESO.- Sin importarles que ponían en riesgo su vida, ocho cubanos, entre ellos una joven mujer embarazada, salieron de Isla Juventud, para ir a Cancún, de donde los esperaban para luego intentar llegar a Estados Unidos, pero el norte arrojó la endeble balsa a las costas de este puerto.
En una endeble lancha hechiza, de fabricación casera, los cubanos hicieron una travesía de tres semanas y recalaron en las costas de este puerto, en donde fueron auxiliados cerca del muelle fiscal por trabajadores, que tienen a su cargo la construcción del viaducto alterno y quienes los trasladaron hasta el muelle de Chocolate.
El arribo de los balseros cubanos, entre ellos una mujer joven que está embarazada, ocurrió poco después de las dos de la tarde, cuando se sentían aún los remanentes del primer norte del año; una vez en el muelle de Chocolate, los ocho antillanos se dividieron y se dispersaron con la intención de perderse en la ciudad.
Sin embargo, agentes de la policía municipal fueron alertados de que en el muelle de Chocolate desembarcó un grupo de cubanos, de modo que de inmediato se montó un operativo que abarcó el muelle de Chocolate, los malecones tradicional e internacional, así como el centro y parque principal.
En el operativo participaron cinco patrullas municipales, con unos 30 agentes policíacos armados, al poco rato se les sumaron elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) así como de la IX Zona Naval de Yucalpetén y oficiales de la Capitanía de Puerto que se digirieron al muelle de pescadores donde estaba atracada la lancha hechiza.
Sentados en la banqueta se encontraban dos hombres y una mujer, todos delgados y de aspecto fuereño. A los dos hombres y a la mujer, que resultaron ser tres de los balseros cubanos, los subieron a la patrulla número 3007, placas YZG-72-49. Uno de los antillanos alcanzó a decir que eran cubanos.
Reporteros llegaron donde estaban los policías y los cubanos y una mujer policía y los demás uniformados dijeron que estaban realizando averiguaciones y entonces la uniformada dijo que se trababan de cubanos que recalaron en una lancha, abrió la portezuela e hizo bajar a un balsero que se identificó como Larry Hernández Martínez, de 30 años de edad.
El balsero dijo que el 20 de diciembre salieron de la Isla de la Juventud, Cuba con la intención de llegar hasta Cancún, pero que su destino final es Miami, Florida, pero que el norte los hizo cambiar de rumbo y recalaron en las costas de este puerto, que ignoraban que se trataba de Progreso.
Hernández Martínez indicó que en total eran ocho cubanos, cuando tocaron tierra mexicana (este puerto) lo que hicieron fue dispersarse para tratar de perderse en la ciudad y después pedir ayuda a sus familiares que se encuentran en Miami.
En la patrulla municipal trasladaron a la comandancia a Hernández Martínez y a los esposos Diany y Mike, cuyos apellidos no los proporcionó el balsero, a quien se le entrevistó brevemente, quien logró comentar que estuvieron solo con agua para sobrevivir y que comieron poco.
Los agentes municipales hallaron cerca del malecón a otros tres cubanos, los subieron a una patrulla y primero los llevaron al local donde se instala el tianguis artesanal, ahí uno de los antillanos dijo que se llamaba Vladimir y que querían que se publicaran sus nombres para que sus familiares se enteren que llegaron a tierras mexicanas.
Poco antes de las cuatro de la tarde uniformados municipales encontraron a los otros dos cubanos que caminaban por el parque principal, trataban de buscar el templo parroquial para pedir ayuda para que se comuniquen con sus familiares, pero no pudieron hacerlo, pues antes fueron detenidos.
Los ocho balseros fueron trasladados a la comandancia policíaca donde les dieron de comer picadillo de carne con frijol colado, ahí fueron valorados por paramédicos de la Cruz Roja, quienes dijeron que estaban bien de salud.
El director de la policía municipal Carlos Flores Moo no autorizó que el reportero entrara donde estaban los cubanos para entrevistarlos con el argumento de que no podían violar sus derechos. La corporación tampoco proporcionó el nombre de los balseros.
Los antillanos navegaron en una lancha hechiza, artefacto de fabricación casera que mide 5.5 metros de largo con forma de embarcación. Fue construida con láminas galvanizadas y pedazos de unicel para que flote.
En la proa se le colocó un timón, se movieron con remos, también llevaron chalecos salvavidas y cinco bidones con agua para su consumo.
Según Antonio Aldana Sandoval, de 13 años de edad y Josue Carrillo, de 23 años que estaban pescando en el muelle de Chocolate, una lancha tripulada por trabajadores que laboran en la construcción del viaducto alterno fue la que rescató a los balseros y los llevó al muelle pesquero y después remolcó la lancha hechiza.
-Una vez que tocaron el muelle, agarraron sus mochilas y se fueron corriendo a la ciudad, después nos enteramos que los detuvieron por la policía –dijo Antonio Sandoval.